「Will you still love me when I'm no longer young and beautiful?」
Nixie Marshall vivía una vida normal en un pequeño pueblo llamado Mystic Falls, donde hacía lo que cualquier chica de su edad hacía: fiestas, escuela, amigos. Sin embargo, un día, los...
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Nixie por fin tenía un espacio para ella sola... bueno, un lugar que, según Elijah, también le pertenecía. Sin embargo, esa ilusión de hogar se desmoronaba cada vez que sentía el peso de las miradas de dos Originales y el control constante de las brujas. Era casi como estar atrapada en una jaula de lujo, una prisión decorada para que olvidara su realidad.
Elijah había desaparecido sin decir una palabra. Al principio, Nixie intentó convencerse de que solo había salido a resolver algún asunto de vampiro original. Pero las horas se convirtieron en días, y el vacío de su ausencia le golpeó con fuerza. Una sensación amarga se le clavó en el pecho: otro hombre en su vida había roto una promesa. La idea de que, una vez más, alguien a quien le abrió su corazón la había abandonado, le carcomía el alma. ¿Por qué creyó que esta vez sería diferente?
Pensó en huir. Sabía que Klaus no movería un dedo, ni gastaría un solo dólar en buscarla si escapaba. Sin embargo, la visión de Sophie pinchándose el dedo y el dolor atravesando su propio cuerpo la mantenía atada. Estaba atrapada, incluso más de lo que quería admitir.
Apoyó la mejilla contra la ventana, sus ojos fijos en el exterior. Imaginó cómo sería simplemente desaparecer, dejar todo esto atrás, pero antes de que pudiera perderse en sus fantasías de escape, un auto desconocido se estacionó en la entrada de la mansión. Una mujer rubia descendió del vehículo, y Nixie reconoció enseguida esa figura y esa arrogancia: Rebekah Mikaelson. El recuerdo de aquel baile en Mystic Falls destelló en su mente.
Nixie bajó las escaleras sin pensarlo, dejando atrás cualquier plan de defensa. ¿Qué podía hacer contra un original?
─ Bien, tú debes ser la mucam... ─Rebekah se interrumpió al verla.
Nixie estaba cansada de esas miradas escrutadoras. Primero Elijah, ahora ella. Sabía que todos murmuraban sobre el bebé, aunque nadie se atrevía a decirlo directamente.
