CAPÍTULO 7 II

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D' yavol

Moscú/Rusia

Hera

24 horas siendo transportadas como un trozo de carne que no tienen ningún valor. Los llantos de las chicas me aturdieron, pero lo que me jodio fueron sus risas ya que ellos sabían nuestro futuro, sabían lo que nos esperaba en Moscú.

He estado en subastas, en prostíbulos y bares de mala muerte, pero una cosa es pasar y hacer tu trabajo y otra muy distinta, es estar del otro lado.

Me abstengo de consolarlas como lo hace Mar. Jamás me quedo el papel de buena samaritana y mucho menos lo hare ahora que necesito utilizar la cabeza y no el corazón.

La nieve es lo primero que veo, cuando nos abren las puertas.

—¡Bajen rápido! -Obedecemos.

Todas nos introducimos hacia un pasillo que nos conduce a una bodega en estado deplorable.

Ahí nos está esperando, Joe.

El americano nos sonríe con malicia al ver nuestro estado.

—¡Bienvenidas a su nueva casa, muñecas!

Una pelinegra nos ordena formarnos y segundos después un hombre gordo de 1,65 aproximadamente nos revisa a una por una. Al llegar a mí, levanta su vista.

—¡Carne inglesa! -sonríe abiertamente mientras mueve mi rostro- Muchas felicidades Joe, hiciste un buen trabajo

—Gracias Ben.

El viejo se aleja de mí, no sin antes apretarme el seno derecho para verificar que estos sean grandes.

A todas nos obligan abañarnos con agua fría. Acto que disfruto por el simple hecho de poder ducharme. Una hora después, nos pasan a un cuartucho donde ya nos espera un ginecólogo para verificar nuestra virginidad.

Solamente 7 chicas cubren el estándar.

—¿Cuántas inglesas son vírgenes? -le cuestionan al doctor-

—Solamente 4

Si, hijo de perra yo entro en esa categoría.

Actualmente la medicina de la AISOC está muy avanzada, y es fácil realizar una pequeña cirugía, obteniendo resultados favorables.

—Llévenlas a un cuarto y aliméntenlas.

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—¿Ya no vamos a salir de aquí, cierto? -cuestiona una castaña de ojos marrones-

—Luego de las 72 horas debimos haber perdido cualquier esperanza.

Comento al aire provocándole un sollozo al igual que al resto.

—Tu ya lo hiciste, ¿no?

—Desde el primer momento

—Emma Vell

Extiende su temblosa mano blanca hacia mí.

—Amelia Karrer -respondo-

—¿Por qué nos pasó esto? ¿Por qué a nosotras? Yo solo quería ir a la universidad.

Sonrió

—Tendremos que posponer eso durante un tiempo -la animo, aunque no sea cierto-

—Ahora nos tendremos las cuatro. -anima la chica california, de padres ingleses-

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Hera +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora