CAPÍTULO 7

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D' yavol

Ryan

Dos meses después

La nieve esta sobre los techos del pueblo provocando que este, se vuelva fantasma.

Mis guantes se adhieren al metal del barandal y los retiros fuertemente cuando escucho mi nombre detrás.

—Martin el jefe quiere hablar contigo.

Asiento frente al tipo de dos metros para luego caminar detrás de él, hasta el despacho de Joe. Capo de la mafia rusa en Alaska, lugar que se dedica a la trata de blancas por medio del puerto de Unalaska hacia el puerto ruso de Egvenkinota.

Era una mierda de hombre. De los que mataría sin cobrar un dólar.

Enderezó mi espalda junto a mi mentón al momento de entrar. El humo de tabaco obstruye mi visión, pero el olor a sexo y los gemidos que se escuchan por doquier me ponen alerta.

Hay una chica sobre el sofá esposada y con cinta en la boca llorando mientras un sujeto la viola. Y al pie de este hay tres chicas más en la misma situación.

—¡Mi buen amigo Martin! -grita alegre el americano después de meterse cocaína-

Sonrió.

—¿Acaso no me invitaste a la fiesta?

Hace un gesto despreocupado antes de responder.

—Te puedes unir, recién empezábamos.

—Claro, pero para hacer una fiesta se necesita un motivo ¿Cuál es el tuyo?

—Oye a este imbécil -le comenta al gorila de 2 metros- aquí en américa no se necesita un motivo para hacer una fiesta -me extiende el trago que acepto- pero hoy me ordenaron un cargamento grande de carne fresca y quisa la oportunidad de salir de este pueblo de mierda y mudarme a rusia. Claro siempre y cuando sea de buena calidad.

Mierda. Nos jodimos Hera no es virgen.

—¿Cargamento especial de vírgenes?

—No, necesariamente. Solo buscamos exclusividad y calidad. Las latinas suelen llenar ese estándar, pero te ascendería si me consigues carne inglesa.

—No cualquier puta, puede ser la mujer de los jefes rusos. -comenta Ciro, el gorila que se encarga de mantener el culo de Joe a salvo-

Eso es una oportunidad.

—¿Le surtiremos a nuestros jefes?

—Mujeres para que les den hijos. Claro que sí.

—¿Cuándo?

—En dos semanas. Y tú llevaras el cargamento ya es hora de que me demuestres quién eres.

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Hera

Inhaló y subo mi pecho a la par que elevo mis brazos para levantar los 50 kilos de la barra.

Repito la acción 10 veces más. Y termino en la bicicleta 40 minutos después. Pero mi rutina se ve interrumpida con el soldado que me avisa de una llamada proveniente de Alaska.

5 minutos después me encuentro en mi habitación con la ropa deportiva húmeda por el sudor.

—Hera

—Podrías tardarte más. -me reprocha el holandés-

—¿Tienes algo que decirme o no?

—El americano quiere un cargamento de carne virgen, y de calidad para los jefes.

Hera +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora