14. Harina

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Estoy muy nerviosa vagando por la casa. Podría pegar un puño a cualquier cosa, pero me contengo cuando aparece Cassie en la esquina del pasillo.

—Lizzy, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Mierda, no puedo decir nada. Me llevo una mano a la frente suspirando. Cuando me la quito, finjo una sonrisa que no llega a mis ojos. Cassie si se ha dado cuenta, no ha mostrado ningún indicio de ello.

—Sí, sí. Estoy bien, solo algo nerviosa porque mañana viene Alan —miento.

Me inspecciona sin creérselo del todo.

—Parecías enfadada, no nerviosa.

—¡¿Qué, no?! —vuelvo a mentir.

Me miro los dedos, mientras ella sigue dudando. Saco el móvil y ya es la hora. He quedado con Eric para hablar sobre el gran tema y drama de mi vida en este momento. Me despido rápido de todos y me encuentro con el susodicho en la entrada.

No me molesto en poner buena cara ni en saludarle más que con un asentimiento. Él bufa, pero tampoco me dice nada. Señala con la cabeza el coche. Suspiro y a regañadientes me subo. Solo puedo pensar en una palabra <<Odio>> y unas pocas visualizaciones con violencia, en las que acaba su cabeza contra el cristal de la ventana.

Llegamos al restaurante de Alma y su marido. He decidido ir allí para tener algo de apoyo. Nos sentamos en la primera mesa que vemos mientras, Alma se dirige a mí para saludarme. Me abraza y me apresuro a decirle al oído.

—Quiere que finja una relación falsa con él y lo deje todo.

Se aparta del abrazo y me mira sorprendida. Le hago una señal de que no diga nada con los ojos y, vuelve a tener su sonrisa rápido. Eric pide Yakisoba y como yo no tengo mucha hambre —por el mal trago, obviamente— le pido poca porción de arroz al curry.

—Disculpe, ¿Dónde está el servicio? —le pregunta Eric a Alma.

Ella le indica y los dos se van por su lado.

Me pasó una mano por la cara inhalando y exhalando lentamente para relajarme. Veo a Alma asomarse por una columna vigilando si Eric ha vuelto y no puedo evitar contenerme la risa.

—Shh. —Se acerca a mí corriendo de puntillas— ¿Quieres que su caldo tenga un poquitito de sorpresa? —me susurra.

Me tapo la boca para no reírme fuerte y niego con la cabeza.

—Vale, bueno. —Pone las manos en señal de rendición—. Tú lo has decidido.

Me vuelvo a reír viéndola irse de hurtadillas.

Eric sale del baño y me pongo modo sería. Se sienta y enseguida Alma trae la cena. Él se asegura de que se marcha lejos para iniciar la conversación. No tengo muchas ganas de verle ni de hablar con él, pero es lo que toca.

—¿Ya te has decidido? —pregunta con impaciencia.

Yo empiezo a perder la paciencia.

—Que decidir ¿Acaso tengo elección? —Alzó la voz—. Salgo perdiendo igualmente. En las dos.

Se ríe arrogantemente y, me contengo para no pegarle con el pan duro en la cara. En serio no entiendo como tiene la cara de hacer todo esto.

—Es cierto, pero en una no sales perdiendo tanto —guiña un ojo.

—Déjame decirte que no sé qué es peor.

Hago gesto de vomitar y se vuelve a reír arrogantemente.

—El caso, mi padre está muy impaciente... Me ha pedido que te recuerde las reglas antes de salir conmigo. —aprieto mis dedos para no contestarle mal, tirarle la bebida a la cara y que mi futuro y el de otra gente se vuelva negro— Uno, No podrás estar con nadie más. Ni a solas igualmente. Dos, Nadie lo puede saber, ni tus padres —recalca— tres, Vas a venir a muchas promociones.

Nuestro único veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora