4. Yo nunca...

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Alan y yo nos sentamos. Quedó entre medio de él y Lidia. Lidia tiene al lado a Rebeca, Rebeca a Clay, Clay a Alex, Alex a Lucas y Lucas a Alan. Lidia y Rebeca, rellenan siete vasos de plástico para cada uno. La primera me tiende el primer vaso lleno y yo le dedico una sonrisa agradecida.

Le saco la lengua a Alan y él se ríe de mí. Miró curioseando a Cassie que pone los ojos en blanco. Lucas le dice que no esté pendiente de nosotros, que se vaya a hacer sus cosas y discuten por un par de minutos.

—Y una mierda —responde Cassie finalmente— ¿Te crees que me voy a perder la información que os vais a soltar aquí? Pues no, el drama es la fuente vital de mi vida, añade indignada.

Lucas le señala la puerta para que se vaya.

—Oye, deja que se quede. No está haciendo nada malo —le espetó a Lucas.

—Eso, eso —me ayuda a defender Lidia.

—No tienes nada que hacer Lucas —le reta con la mirada Rebeca— Somos las cuatro mujeres contra ti.

Lucas nos ignora y nos pone mala cara, a Alan y a mí, porque nos reímos de él. Cassie tiene una personalidad interesante. Yo también soy hermana mayor, así que no es nada que no haya visto antes.

—Tranquilo, sé lo que es ser hermano mayor —me compadezco.

—Ni que lo digas —suspira Clay sonoramente— mis primas son más pesadas —se queja.

—¿Y qué tiene que ver tus primas? —pregunta Cassie.

—Pues mucho. Son como hermanas.

—Pero si tienen más años que tú —le contesta.

Pone los ojos en blanco y Clay agacha la cabeza intimidado.

—Como siga poniendo los ojos en blanco, vamos a pensar que está muerta —nos susurra Rebeca burlándose de Cassie, a Lidia y a mí.

La ignoro completamente. Los ojos en blanco los pondrá si le salen. Observo a todos y no me sorprende ver a Rebeca y a Clay demasiado juntos. Lidia se pone nerviosa cuando Lucas le mira y me burlo de ella cuando me echa miradas nerviosas.

—Yo también juego —nos anuncia Cassie. A lo que su hermano le dedica una mirada autoritaria— No voy a beber pesado. Si lo he hecho, levantó la mano, y ya está, ¿vale? —le aclara.

A mi parecer, tampoco estaría mal que ella bebiera jugando a esto. Y no le encuentro sentido a que Lucas le niegue beber al menos un vaso. Él, a su edad, ya iba más que contento cuando íbamos de fiesta.

—¿Quién empieza? —pregunto cuando cada uno tiene su vaso en la mano— Que empiece alguien y luego vamos rotando.

Alan, Lidia y Lucas se encogen de hombros. Alex levanta el dedo, muriendo por empezar. Todos asentimos en su dirección para que comience.

—Yo nunca he oído a alguien más haciéndolo.

Nos sonrojamos y nos llevamos el vaso a los labios. Miramos a Cassie, pero ella no levanta la mano. Nos miramos entre todos después de beber, y nos empezamos a partir de risa. En los baños de las discotecas, hay cosas oscuras.

Miramos a Lucas esperando que hable. Cuando se da cuenta, se despierta de sus pensamientos. Nos reímos de lo ido que está y él se ríe con nosotros.

—Yo nunca me emborraché tanto que hice una locura —mira a Lidia apenado, y a ella se le borra la sonrisa.

No sé lo que pasó la noche que se quedaron a dormir, pero aquí algo está mal. Los demás parecen no haberse percatado de sus miradas. Todos beben con una sonrisa. Lucas, Lidia y yo bebemos algo incómodos. Yo no sé lo que ha pasado, pero sí que sé que hay algo. Esto va con mi mejor amiga, así que no me hace mucha gracia.

Nuestro único veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora