19. Sorpresa

85 5 0
                                    

—Venga, va, levanta. —Me sacude Alan para que me levante—. Que nos tenemos que ir ya—susurra en voz baja.

Me despierto medio adormilada frotándome los ojos. Miro a mi alrededor y los demás siguen durmiendo plácidamente.

Que envidia.

Me digo a mí misma que el madrugón valdrá la pena y me levanto del suelo —continuo, sin tener ánimos— y sigo a Alan hacia la casa. Se detiene junto a unas maletas preparadas y lo miró con extrañeza.

—¿Cuándo has preparado todo eso?

—Yo me he levantado hace como una hora. —Se encoge de hombros.

Abro los ojos sorprendida y miró la hora que es. Son las ocho y media de la mañana. Me vuelvo a frotar la cara con cansancio esperando a poder dormir un poco en el coche.

Aún dormida intentó coger alguna bolsa y vamos a su Mustang. Caigo rendida en el asiento, pero no logro volver a dormir, como siempre me pasa cuando salgo de fiesta.

—Confió en ti y en que no nos mates porque te duermas en medio de la carretera eh.

—No tranqui, ahora pararé a coger un café y algo de desayunar —sonríe.

Hago una mueca de asco, no puedo comer nada ahora mismo, siento que lo vomitaría.

—Todo para ti, no me entra nada.

Arranca el coche y yo me quedo mirando la ventana atentamente. Me fundo con la música y logro quedarme un rato dormida. El sonido de la puerta del coche abriéndose me despierta y veo con curiosidad lo que ha comprado Alan para el desayuno.

—Oh, unos churros —alzo las cejas.

—¿Sabes que son para mí, no? Tú me has dicho que no querias.

Le miró enarcando una ceja, quitándole el paquete de comida con una sonrisa.

—Sabes que no. —Guiño el ojo con una sonrisa burlona.

Pone los ojos en blanco mientras empiezo a comerme unos cuantos y los baño en el chocolate caliente. Alan también come un par y cuando se acaban va a tirar los vasos y la bolsa a la papelera. Cuando se vuelve a sentar antes de arrancar me da un beso dulce en los labios. Se aparta y me quedo paralizada.

—Es que tenías un poco de chocolate ahí.

Sin saber qué estoy haciendo me siento encima de él. Él tiene cara de no entender nada cuando le limpio un lado de la boca.

—También tenías tú aquí. —Sonrío porque he podido provocarle.

Me agarra del culo atrayéndome más a él mientras yo le beso por el cuello. En unos pocos segundos ya puedo sentir su erección y muevo mis caderas adelante atrás mientras él también me va apretando contra ella. A los dos nos salen unos sonidos de placer. Me contengo para no besarle y apartarme con una sonrisa de victoria.

Mientras me abrocho el cinturón se me queda mirando fijamente y yo intento contener una risotada.

—¿Qué? —Le pregunto encogiéndome de hombros— Es que también tenías un poco por el cuello.

Niega con la cabeza y empieza a arrancar con una sonrisa de lado. Ya llevamos rato de camino. Yo me he embobado tanto en la música y el paisaje que ni se me ha dado por preguntar hacia dónde vamos.

—Una preguntita.—Miró a Alan con una sonrisa tonta, él gira la cabeza hacia mí presentándome atención—. ¿Adónde vamos?

Suspira sonoramente.

—Es una sorpresa. —Se encoge de hombros.

Inconforme y nerviosa por lo que vaya a ser, sigo molestándote para sacarle información.

Nuestro único veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora