8. Los Gutiérrez

127 8 0
                                    

Me despierto con el sol dándome en la cara. Me tapo los ojos con las manos. Entonces, me vienen recuerdos de lo que hicimos anoche Alan y yo. Mis mejillas se tornan rojas y el corazón me da un vuelco de felicidad. Podría decir que me arrepiento. Podría decir que no me gusto. Pero mentiría. Fue tan diferente... de lo normal. Fue mágico, nunca había sentido tanto con nadie.

Le observo dormir plácidamente. Aún no me puedo creer que él y yo...

Hija, paso, deja de hacer tanto drama.

Cierto.

—¿Cuánto tiempo llevas despierta, mirándome como un psicópata? —dice estirando los brazos.

Le propinó un golpe en el hombro y nos reímos como tontos. Disfrutamos del sol, la tranquilidad y el sonido de las olas del mar hasta que nos vamos. Le obligó a Alan a conducir lo más rápido que pueda porque son las nueve y tengo que estar a las doce y media en casa de mi madre.

Cuando llegamos, el jardín está hecho una mierda, pero vacío, ni un rastro de coches. Abro la puerta y veo vasos y bebida derramada por el suelo. Clay está durmiendo boca abajo en un sofá, me río al escucharlo roncar. Como voy poniendo cara de asco, Alan se ríe de mí. Lidia y Rebeca se encuentran en la cocina intentando hidratarse con agua. Lucas en una hamaca de la piscina maldiciendo el momento en el que decidió beber y encontramos a Alex dormido abrazado a un perro en el pasillo mientras intento ir a mi habitación.

—Esto es una jodida representación de Resacón en las vegas —murmura riendo Alan.

Me río coincidiendo. Entre todo lo que han liado aquí, parecía una discoteca. Me despido con la mano antes de entrar en mi habitación. Me dejo caer en la cama bufando por mi dolor de espalda. Dormir en la playa no me ha ido bien.

—¿Dónde estabais Alan y tú anoche? —me pregunta Cassie.

Pegó un salto del susto. La observo y está casi toda tapada menos los ojos. Como empiezo a tener frío, la imito y me tapo de arriba a abajo.

—¿Y bien? —insiste.

Bufo frotándome los ojos antes de responder.

—Pues... fuimos a la playa a cenar y nos quedamos a dormir.

Me mira de arriba abajo negando ¿Cómo ha adivinado que eso no es todo?

Tal vez porque mientes de pena.

—Y pasaron cosas —añado.

—¡¿Qué?! —se sobresalta. Le hago un gesto para que baje la voz— Sé más específica —-me pide— ¿Os habéis acostado?

Niego lentamente, ojalá.

—Bueno... —suspiro— no técnicamente.

—¿Qué coño es, no técnicamente? —me imita

—Hubo tocamientos, corridas. Pero no penetraci...

Pican a la puerta interrumpiendo. Me pongo roja como un tomate y me tapó la cara. Cassie grita que pase a quien haya picado. La puerta se abre y entra Alan con una bolsa. Va directo a Cassie y se la tiende. Ella le mira con el ceño fruncido esperando una explicación de qué es eso.

—Ayer cenamos chino. En la tienda había chocolates y me acordé de ti —sonríe.

Ella le agradece con un asentimiento y le coge la bolsa. Como Alan no se mueve nos quedamos mirando para que se vaya.

—Ah, ¿estáis hablando cosas de chicas?

Sonrió asintiendo y me guiña un ojo antes de salir. Me remuevo en mi asiento nerviosa, esperando a que se aleje un poco para que pueda seguir. Cassie se ríe tapándose la boca para que no se le escuche.

Nuestro único veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora