Quién eres en verdad
¿Cómo lo explicaba? Había una delgada línea de la adrenalina donde se sentía emocionante, como igual de peligrosa; yo me encontraba al extremo de éste último, donde podía ver perfectamente el corazón saliéndose por mi boca y caer a los pies de tía Amelia, quien no hacía más que agitarse como un corredor de Formula 1. Una pisada suya significaría la muerte, como también en salvarme de ser regañada; al menos, tendría una perfecta excusa para no presentarme en casa.
Murmuraba cosas que no comprendía. Pasó de «Humanos inútiles, son basuras» a «Mocosos patrocinados» hasta «Loutaras», aquel último no comprendí su significado hasta no después. Hablaba con el mismo tono marcado dentro de un acento obsoleto y escupido. No lo tenía claro en el momento, pero, al parecer, tía Amelia sabía maldecir en varios idiomas del extranjero con fuertes vocablos.
Lo consideré impresionante y —obviamente— digno de admirar. Por otra parte, la situación no lo requería. No era la mejor. Entre más calles pasábamos ignorando las señales de alto, la condición de Naomi no me pareció normal. Estaba cansada, aquella parte era verdad, la había visto; tenía una constitución débil a comparación de mí, una chica bruta, y que durmiera demasiado —como en un coma profundo— me dejaba con una preocupación que amortiguaba los latidos de mi corazón.
—¿Naomi? —me giré y llamé. No respondió—. ¡Naomi, despierta!
Tía Amelia notó mi intención y negó, como si encontrara mis esfuerzos adorables.
—No funcionará despertarla en su condición, querida —dijo y golpeó con un toque juguetón el relicario que colgaba del retrovisor—. Los humanos son susceptibles a los aromas, en especial a la snerie.
Mi boca se abrió y cerró. Mi poca atención no había captado la última palabra.
—Sne... ¿qué?
—Snerie —volvió a decir, sonriendo, sin darse cuenta de que me estaba poniendo de los nervios—. Significa «ensoñación». Es una hierba que adormece tus sentidos, pero en nosotras no tiene ese efecto. En tu linda amiga humana sí. En estos momentos está teniendo un sueño tan increíble que no despertará dentro de... Veamos, ¿cinco horas?
—¿Qué...?
Mi boca siguió abierta y fue un grave error. Habíamos pasado sobre un lomo de toro que, la mujer a mi lado, no se preocupó de tomar en cuenta y reducir la velocidad. Voló con la velocidad y mi lengua quedó atrapada entre los dientes.
El dolor no era tan malo como la constante confusión que todo me causaba. Estaban ocurriendo demasiadas cosas en tan poco tiempo que no lo podía asimilar como tía Amelia pensaba que haría.
—¿P-Por qué?
—¿Por qué... qué?
—¿Por qué hablas así? —inquirí. No quería mirarla, pero era preferible no prestar atención a la rotonda de enfrente y las cosas con las que podíamos estrellarnos—. ¿Hierbas, humanos y patrocinados? No entiendo nada de lo que dices. Hablas como si no...
—¿No fuera humana?
Es estúpido, así que sí carcajeaba iba a entenderlo.
La esperé. Esperé ansiosa la risa, subiendo la comisura de mis labios, confiada en verme contagiada para seguirle en lo alto.
Pero su rostro no demostraba ninguna pizca de querer bromear con ello. Me preocupé. ¿Por qué no me decía que estaba jugando conmigo desde el principio, para recompensar que no llegó a mi cumpleaños, y quería hacerme pasar un mal rato? Por supuesto, aquello no justificaba el estado de Naomi.
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La Liberación de Morven
AdventureEl día de su cumpleaños Sophia Sawyer oyó a sus padres hablar sobre haber deseado nunca tenerla. Entonces ¿qué hizo? Aparentar cómo si nada hubiese pasado; agradeció a su madre por la cena de cumpleaños y se fue a dormir. Tal y como un lema familiar...