"El olor de la pólvora y el dolor de la guerra son cosas tan desagradables. ¿No sería maravilloso si el mundo fuera tan hermoso como las perlas?
El deber puede superar por un momento al talento, y el talento es capaz de ir mucho más alto, pero tan s...
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“¡Salgan de aquí!”
—Tenemos que hacerle caso a Naib, ir a ayudarlo es demasiado riesgoso por estar en la parte baja. Todos estamos muy heridos y no nos quedan herramientas.
Kurt suspiró ante la propuesta de Kreacher y miró a Vera, quien a duras penas se mantenía en pie, curada a medias gracias a las heridas múltiples que recibió de Soul Weaver.
“¡Salgan de aquí!”
Llegaron a la penosa resolución, que aún si era ya algo tan habitual como el pan de cada día, de todas formas era difícil dejar atrás a quien se desvivía protegiendo y rescatando a todos. Miraron por última vez el mapa de Golden Cave desde lo alto y se retiraron, otorgando una victoria más a los sobrevivientes, pero otra pérdida con respecto al rescatista del equipo.
Mientras tanto, en las profundidades de la desolada y oscura mina, Naib se dejó caer contra el suelo rocoso totalmente exhausto tras recibir el golpe de gracia, casi sin poder respirar a causa de las telarañas que lo cubrían de pies a cabeza y la sangre que se escapaba a borbotones de su boca.
—Mi racha últimamente está bastante mala— susurró Violetta, amarrando al mercenario más muerto que vivo a los globos y posteriormente a la silla que antes había ocupado la perfumista.
No tardó en ser eyectado, aterrizando con brusquedad contra el césped del jardín, destrozando en el proceso algunas de las plantas de Emma.
Casi de inmediato, el equipo compuesto por Demi, Tracy, Margaretha y (T/N) volvió después de jugar un poco con Percy, logrando ganar entre los sombríos lares de Lakeside Village.
—Ese raspón se ve bastante mal, deberías ir a la enfermería.
Zelle sonrió, y movió una de sus manos restándole importancia.
—Mi cabello luce peor que esa herida, pero gracias por la preocupación.
—Me sorprende que hayamos logrado ganar, es tan antinatural que da miedo, creí que íbamos a perder. Gracias al cielo encontraste la escotilla a tiempo, Tracy.
—¡Fue genial!— comentó la mecánica, aplaudiendo con entusiasmo.
La verdad era que jamás había escapado por la escotilla.
—Oigan, vean allá...— dijo Demi, señalando un sitio en concreto.
Las chicas se quedaron heladas al divisar la silla cohete que contenía a Subedar inconsciente, casi cubierto en su totalidad por sudor, sangre y telas de araña.
—¡Tenemos que desatarlo, ayúdenme a subirlo a mi espalda!— ordenó (T/N) con tono acelerado.
—¿Puedes con él?
—Puedo ir por William o Norton si pesa demasiado para ti.
