"El olor de la pólvora y el dolor de la guerra son cosas tan desagradables. ¿No sería maravilloso si el mundo fuera tan hermoso como las perlas?
El deber puede superar por un momento al talento, y el talento es capaz de ir mucho más alto, pero tan s...
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Cuando menos lo acordaron, la mansión entera terminó adornada con cientos de ornamentos con motivos navideños. Nieve falsa, medias colgando en la chimenea, coronas de pino enmarcando las puertas, y un enorme árbol en espera de ser decorado.
En esos momentos era una molestia, pero de todos modos Emily optó por destinar un poco de tiempo para adornarlo con el contenido de las cajas de cartón apiladas sobre la alfombra, que dejaban ver esferas relucientes, luces de colores, guirnaldas y la estrella.
Memory no tardó en sumarse a la actividad, por lo que fue capaz de colocar la estrella cuando el árbol ya estaba listo con el resto de los adornos.
—Bueno, le ha añadido mucho color al salón principal, ¿no lo creen?— cuestionó Emily, sonriendo levemente.
—Para ser una celebración que no tiene nada qué ver con mis creencias, el árbol es realmente hermoso, debo admitirlo— respondió Eli con una sonrisa, contemplando los listones de colores y las esferas llenas de brillo.
No era un secreto que tanto él, como Fiona, Patricia, Ganji, Kevin y Naib no eran adeptos a festejar la Navidad.
—Me alegra que nuestras tradiciones le parezcan agradables, señor Clark.
—Disculpe, sobraron estas cosas, ¿será posible que pueda usarlas para mi taller?— cuestionó (T/N), señalando los susodichos adornos.
—Claro, no hay ningún problema. El salón principal, la chimenea, el invernadero y el comedor ya han sido decorados, así que puedes usarlos si quieres.
La chica tomó del suelo una cajita de esferas color rosa, algunas guirnaldas, y para su deleite, una corona de muérdago fresco que Emma había tejido junto a muchas otras. Sonrió de manera discreta, ya tenía excelentes ideas para aprovecharla al máximo potencial.
Cuando los deberes de decoración terminaron, la modista subió las escaleras en compañía del mercenario, quien la siguió para verla adornar el desordenado taller lleno de lonas, abrigos, bufandas y guantes, todo material destinado a la tan esperada fuga de Oletus Manor.
—¿Te gusta mucho la Navidad?— inquirió él, oyéndole tararear mientras colgaba esferas en las guirnaldas.
—Es linda, muchos dicen que sólo es una fecha de consumismo por la cena o los obsequios, pero… también es una oportunidad para que todas las familias se reúnan y pasen tiempo juntos sin impedimentos. Así que sí, la Navidad me gusta muchísimo.
—Entiendo… ¿Y qué quieres como obsequio?
Ella enrojeció levemente, pero negó con la cabeza, sorprendiendo al nepalí.
—No necesito regalos, en serio.
—Ya sé que aquí no hay ninguna tienda de regalos para comprar, pero apuesto a que hay algo que quieres.
—Mmm, de hecho sí hay algo.
Subedar agrandó más los ojos y se acercó en espera de una respuesta evidente, pero la mujer entreabrió la boca y le acarició una mejilla para robarle un beso sonoro en los labios.
