—Anda, levántate.
—Cinco minutos más…
—Eso dijiste hace cinco minutos. Levántate, sino te dejaré y me iré a desayunar solo.
Aquello fue el incentivo suficiente para que (T/N) abriera los ojos, topándose con el mercenario dándole la espalda mientras se ataba el cabello frente al espejo. Duró varios segundos observando sin hacer ruido.
«Sus pantalones están ajustados y son de cuero… ¡Estúpido chaleco! ¿Por qué no eres más corto?»
—Sé que me estás mirando, te veo por el espejo, ve a bañarte y a vestirte antes de que la doctora Dyer venga a reclamarnos por tardarnos tanto.
—Voy…
La chica resopló, levantándose con el recogido hecho un desastre y el camisón mal acomodado, arrastró los pies fuera de su cama, notando que la del hombre ya estaba perfectamente hecha. En menos de veinte minutos salió del sanitario limpia y con el cabello húmedo atado de vuelta. Naib todavía no había tenido la oportunidad de verla con la melena suelta.
Se sentó y de entre sus cosas sacó el espejo de mano para así maquillarse con la discreta sombra que disimulaba las ojeras, iluminador y el intenso color rosa del lápiz labial entre bostezos. Al final no se había dormido tan temprano a causa del lejano sonido de la pirotecnia estrellándose contra el cielo nocturno.
—¿Ya estás?— cuestionó el varón, subiéndose la capucha a la cabeza.
—Un segundo.
(T/N) se levantó, se colocó la boina y cruzó la bandolera a través de su torso en la que llevaba la caja de costura y las prendas necesarias para la partida. Suspiró y se acercó al mercenario, cambiando su cara perezosa por una más enérgica al tiempo en que le estampaba un beso sonoro antes de cruzar la puerta.
En la mesa sólo faltaban ellos.
El desayuno se llevó a cabo como de costumbre, bastante vívido y ameno, pero en el momento en el que el último plato fue removido la usual tensión recubrió los manteles impolutos.
Hora de las partidas.
Emma fue la primera en arrojar el dado dorado de veinte caras, y con el transcurso de los minutos acabó emparejada con Martha, Margaretha y Helena. Poco a poco las opciones se fueron agotando hasta que los números coincidieron.
Tracy, 14.
Norton, 18.
Naib, 2.
(T/N), 10.
Los cuatro se miraron y la mecánica suspiró de alivio ante los rostros consternados del prospector, el mercenario y la modista, por lo que no tardó en explicarse.
—Dos rescatistas y alguien que prácticamente podría serlo con facilidad. Hacen que me sienta segura, y de tener sentimientos, sé que mi pequeñito también sentiría lo mismo— murmuró, abrazando a su robot listo para el ataque.
ESTÁS LEYENDO
Identity V - Stay With Me (Naib Subedar × Reader)
Fiksi Penggemar"El olor de la pólvora y el dolor de la guerra son cosas tan desagradables. ¿No sería maravilloso si el mundo fuera tan hermoso como las perlas? El deber puede superar por un momento al talento, y el talento es capaz de ir mucho más alto, pero tan s...