Puedes llegar a ser odioso...

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He pensado que debería escribir de nuevo. Recuerdo que lo hacía cuando era adolescente, aunque la mayoría eran cartas sin destinatario, contando como me sentía. Las encontré hace pocos días, de hecho, volví a leerlas y, bueno... Vaya que pasaron muchas cosas cuando tenía 16 años. La muerte de Las Banderas, el conflicto Cabeza de dragón, mi habilidad descontrolada, el como llegué a la mafia...

Leyéndolo de nuevo, me cuesta pensar que fui yo quien pasó eso. Al leerlo, me veo a mí, de 22 años, sentado junto a un niño de 16, el cual escribía eso por lo asustado que estaba y no sabía que hacer, solamente quería que alguien lo abrazara para poder seguir. Y ahora ese niño está aquí, aún queriendo ese abrazo, pero sabiendo que tiene que seguir sin uno.

Y me repito eso ahora, 6 años después, que a veces tenemos que seguir por nuestra cuenta, porqué no siempre tendremos en quien apoyarnos; porque las cosas que vienen me aterran enfrentarlas solo, pero es algo que tengo que hacer.

Porqué he podido llegar solo hasta aquí... Y tengo que seguir así sólo un poco un más.

***

Al igual que la semana anterior, Dazai se presentó en casa de Chuuya, solo que esa vez si llegó "puntual", a las 11:15 de la mañana. Esta vez no llevaba ninguna bolsa de mandado, únicamente llevaba su gabardina, cosa que tranquilizó al pelirrojo.

Sabía de sobra que Dazai venía en ayunas, por lo que él estaba en las mismas. No pensaba dejarlo a su suerte pero tampoco dejarle la cocina. Seguramente la quemaría o algo.

-¿No iremos al supermercado hoy? -preguntó Dazai, viendo que el refrigerador tenía comida suficiente para tres días

-No voy a ir contigo en un rato -respondió Chuuya, haciendo unos sándwiches para desayunar. Por ahora, nada de huevos en su casa -. Toma, anda, ha saber cuanto tiempo llevas sin comer.

-¿Porqué lo dices? -se preguntó el castaño, mordiendo su sándwich.

-Una corazonada -respondió.

No lo iba a admitir en voz alta, pero disfrutaba tener la compañía del castaño cuando no pasaba de imbecil. De hecho, cuando se comportaba como una persona normal, le agrada estar junto a él y escuchar sus tonterías.

-En fin... ¿Me acompañas a la tintorería? -dijo Dazai, lavando los trastes del desayuno -. Atsushi me pidió que recogiera sus pantalones, está de misión en otra ciudad.

-¿Mandaron al novato y no a ti? -preguntó sorprendido.

-Yo pedí que lo mandaran, tiene que aprender a ir solito. Además, se fue con Kunikida, seguro estará bien -sonrió -, pero igual me encargó su ropa.

-¿Kunikida no es el tipo al que molestas ahora en la agencia?

-Si, pero no es como molestarte a ti -bromeó, haciendo un tono agudo de voz que desesperaba al pelirrojo -, tiene cierto encanto molestarte.

-Ag, pero que fastidio eres -Chuuya frunció el ceño, haciendo que el castaño sonriera.

Estuvieron un poco de tiempo en la casa, con Dazai tomando a Chuuya del brazo para anular su habilidad por un tiempo. Incluso si no dormía, cada que Dazai anulaba su habilidad el pelirrojo se relajaba enormemente.

Salieron juntos a la tintorería, hacía un clima agradable en la ciudad. Estaba soleado, pero no era bochornoso, el clima adecuado para ir por un helado, o eso pensaba Dazai, quien realmente quería uno. Ya con el pantalón de Atsushi en su poder, comenzó a pedirle insistentemente a Chuuya que fueran a una heladería antes de volver a su casa, pero el pelirrojo se negaba.

Entre vinos y vendajes - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora