Intento tenerte paciencia...

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Esa noche, Chuuya tuvo un sueño extraño, uno con una extraña criatura roja que reía con una risa fría, muy aterradora. La criatura no decía nada, no hacía nada, solamente reía, y cada vez se acercaba más a Chuuya, quien no podía moverse o defenderse de esa cosa. Lentamente, la criatura extendió su mano, dejando ver sus largos y afilados dedos acercándose a él, pero justo cuando iban a tocarlo, despertó.

Se sentó de golpe en su cama, sudando frío y su respiración era demasiado agitada, además de que sentía demasiado miedo en ese momento.

-¿Que demonios fue eso? -se preguntó, tratando de recordar a la criatura de su sueño.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo ver que su habitación estaba desordenada, como su hubiera habido un terremoto. Eso sólo significaba una cosa...

Lo había vuelto a hacer mientras dormía.

Usando su habilidad, colocó las cosas en su sitio antes de acostarse de nuevo, pero ese miedo seguía en su pecho. Si no encontraba una forma de solucionar o manejar esa situación pronto, tendría que decirle a Mori, y vaya que quería evitar eso.

Un extraño hormigueo comenzó a recorrerle la mano izquierda hasta llegar a la mitad del brazo, se miró los dedos, trató de moverlos pero no los sentía y respondían débilmente.

-Tal vez floté demasiado tiempo y la sangre no fluyó bien -se dijo mientras comenzaba a sentir su mano de nuevo.

Solamente quería dormir un poco, en teoría Dazai iría a verlo en la mañana. Quería ver que tan cierto era eso.

***

Ring, ring

El teléfono comenzó a sonar repetidas ocasiones, Chuuya tapó su cabeza con la almohada, pero volvió a sonar.

Ring, ring

Harto, se levantó a responder. Era una llamada del guardia, que le avisaba que Dazai estaba de camino al departamento.

-¿Que? Pero si es demasiado temprano... -respondió extrañado, antes de ver su reloj. 12 del día -. ¡Carajo! Muchas gracias -dijo y colgó.

Era sábado por la mañana; bueno, medio día. Dazai dijo que llegaría a las 11, ahora las 12, y Chuuya apenas se despertaba.

-Aagg, mierda, mierda, mierda -decía, mientras se abotonaba su camisa y usaba su habilidad para acomodar su cama. Justo en ese momento, el timbre sonó.

-Ahhh, mierda. Maldición. Carajo -decía mientras se trataba de acomodar el desastre que tenía en el cabello.

Odiaba que lo vieran en pijama y desarreglado, y no pensaba darle ese placer a Dazai, así que se arregló como pudo antes de abrir.

-Buenos días, bello durmiente -dijo Dazai, entrando por la puerta, dejando una bolsa de mandado en el suelo -. ¿Te acabas de despertar?

-¿Que? ¿Como es que? Ay, olvídalo -respondió, cerrando la puerta tras de él.

-Eso significa que sí -sonrió, quitándose la gabardina y dejándola en el perchero -, y si acabas de despertar significa que aún no desayunas.

-... No viniste esperando que te diera de comer, ¿Cierto? -Chuuya tenía el ceño fruncido, pero Dazai seguía sin borrar su sonrisa -¿Cuanto tiempo has vivido solo? ¿Como es que no sabes cocinar aún?

Entre vinos y vendajes - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora