Después de 4 años...

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Corrupción, esa maldita habilidad que poseo, pero a la vez, una especie de bendición, supongo. Me ha salvado la vida más de una vez, aunque me desgasta demasiado cada que la utilizo. Supongo que es un arma de doble filo, soy prácticamente imparable con la Corrupción, pero me desmayo en cuanto dejo de usarla, además de que ni siquiera soy capaz de controlarla.

De no ser por el imbecil de Dazai, habría muerto hace ya mucho tiempo. Sin embargo, Dazai dejó la mafia, no puedo seguir usándola. He sabido luchar sin esa habilidad, aunque admito que me hubiera facilitado muchas cosas, no la he necesitado. Ni tampoco a ese imbecil de vendas.

Me pregunto... Cual será la razón por la que se habrá ido. Alguien como él, que tenía demasiado potencial oara este mundo, que aterraba incluso a los miembros de la misma mafia, ¿Cual habrá sido la razón por la que decidió irse? Y, lo más importante... ¿Por qué no dijo nada?

***

La lluvia golpeteaba las ventanas esa noche, había llovido desde el atardecer. Chuuya disfrutaba cuando la lluvia comienzaba a caer, le daba una sensación de paz el escucharla, sobretodo después de un largo día de trabajo, y más después de uno tan estresante.

Después de 4 años, Dazai aparecía en las masmorras de la Port mafia. Había cambiado, sus ojos reflejaban un brillo de vida que no tenía antes, ya no cubría su cara con vendas, ni tenía un semblante asesino.

"Teníamos tiempo sin vernos, quería prepararte algo especial" aquellas palabras revoloteaban por su cabeza, sin saber qué hacer.

Cansado, se sentó en el sofá y descorchó una botella de vino, dispuesto a disfrutarlo con el ritmo de la lluvia de fondo. Se dejó llevar por el dulce olor a uvas antes de servirse una copa y colocar sus pies sobre la mesa, relajandose, descansando por fin y disfrutando el dulce sabor de su botella.

Aunque trató de evitarlo, no pudo evitar pensar en lo ocurrido ese día, en como volvió a ver a Dazai. Llevaba 4 años sin hablar con Dazai, la última vez que se vieron, Dazai dejó en claro que lo que tenían era sólo sexo. A los pocos días desapareció de la mafia sin dejar un rastro, ni un mensaje, una carta, una simple nota explicando porqué se iba. Absolutamente nada.

Chuuya lo buscó dutante un mes, pero Dazai no respondía sus mensajes ni sus llamadas, simplemente la tierra se lo tragó por completo, y no estaba dispuesto a rogarle a alguien, mucho menos a alguien que lo había usado así.

Había pensado en buscarlo y golpearlo, en decirle cosas que sabía que no le dolerían, pero que quizá debía escuchar, incluso había pensado en atarlo a un ladrillo y tirarlo al fondo del oceano, pero no podía hacer eso sin saber si realmente estaba preparado para verlo. Ahora, 4 años después, lo había vuelto a ver, y todas las emociones que Chuuya pensó que no existían ya, brillaron, asustando al pelirrojo, quien no quería sentir absolutamente nada por un imbecil como Dazai.

Imágenes a modo de película recorrían su mente. Una parte de él quería ahorcar a Dazai, mientras que otra quería buscarlo, pero tenía una dignidad que conservar y no pensaba dejarse de nuevo por ese idiota, no ahora que ya estaba saliendo adelante.

Y mientras se perdía en el sonido de la lluvia y el sabor de su vino, se quedó pensando en todas las cosas que habían pasado, pensando en todas esas misiones juntos y pensando en que lo mejor era no pensar en Dazai y dejar que se perdiera en su memoria por siempre.

Harto de esa sensación, se puso de pie y se dirigió al balcón, sacó un cigarrillo y le dio una bocanada de aire mientras se recargaba en el barandal. Un extraño hormigueo recorrió su mano izquierda, pero desapareció tan pronto como Chuuya lo notó. Quizá era efecto del mismo alcohol.

Entre vinos y vendajes - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora