... ¿Aún aceptarías el mío?

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¿Cuánto tiempo había pasado desde que no veía a Chuuya? ¿Una semana? ¿Quizás dos? No pensaba que había pasado mucho, pero en realidad llevaba poco más de un mes sin hablarle, un mes entero sin saber de él. No hubo ninguna llamada, ningún mensaje, Chuuya ya no acudía a las pocas veces en qué la agencia y la mafia hablaban y, por si fuera poco, Dazai no coincidía con él fuera de su departamento.

No es que lo espiara, solo se acostumbró a pasar por esa calle y pensaba que lo vería alguna vez.

Según él, porque se pasaba unas dos horas esperando ahí fuera, pero siempre regresaba a su pequeño departamento.

La casa siempre fue considerablemente pequeña, pero ahora la sentía extrañamente grande y solitaria, como si se tratase de otro lugar, y es que se había acostumbrado tanto a estar siempre junto a Chuuya, a hablar, a abrazarse y dormir juntos, se había acostumbrado tanto a su compañía y a su calor, que estar ahora lejos de él se sentía tan extraño.

Y solitario.

Sobretodo solitario.

Siempre pensó que estaba bien solo, que no necesitaba ni quería a alguien a su lado y se sentía bien con ello, pero esos últimos meses junto a Chuuya cambiaron toda esa percepción de sí mismo, se dio cuenta de que alguien lo esperara en casa se sentía bien, que alguien le preguntara cómo se sentía era algo que le gustaba, el sentir el calor y el cariño de alguien que lo quisiera por la persona que es era algo que su corazón realmente necesitaba y echaba eso tanto de menos... Pero sabía que no podría tenerlo de vuelta.

Vaso tras vaso de whisky fue pensando en Chuuya, trago tras trago era un recuerdo. ¿Por qué no pudo quedarse callado? ¿Por qué no solo dejó que le gritara y se disculpó? O, aún más sencillo, ¿Por qué no pudo quedarse en esa estúpida cama hasta el amanecer? ¿Por qué siempre tenía que arruinar las cosas? ¿Por qué estaba tan convencido de que no merecía ser feliz?

Poco a poco comenzó a marearse, había bebido mucho mas de la cuenta, pero era la única manera que tenía para olvidarse un rato de Chuuya, porque no había caído en la cuenta de lo mucho que lo necesitaba y lo mucho que lo echaba en falta.

-Soy un imbécil... -murmuró con voz lenta al tiempo que se dejaba caer contra el colchón -¿Por qué tuve que arruinarlo todo...?

Esa era la pregunta que se hacía cada noche hasta que, finalmente, caía rendido ante el sueño, durmiendo durante horas hasta el día siguiente.

***

Al abrir los ojos, Dazai sintió una especie de escalofrío. Su habitación de pronto se convirtió en un contenedor de carga abandonado. Había un colchón improvisando una cama, una especie de lámpara nocturna, una improvisada cocina. ¿Estaba en dónde creía que estaba?

-¿Que hago aquí...? -se preguntó a sí mismo mientras veía sus manos

Se veían igual que siempre, con la diferencia de que llevaba un traje negro oscuro. ¿En dónde rayos estaba?

-Tranquilo, respira -habló una voz tras de él

Sin pensarlo, se giró para mirar al dueño de esa voz, sintiendo un miedo profundo no por ese alguien, sino por el lugar en dónde estaban.

-Odasaku... -lo llamó con miedo

-Tranquilo, todo está bien -sonrió el mayor mientras se sentaba en el colchón -Estás en casa

-Esto ya no es mi casa -habló con desesperación mientras se llevaba las manos a su rostro

En el momento en que sintió la venda de su rostro sintió un enorme escalofrío.

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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Entre vinos y vendajes - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora