Me tienes a mí...

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Dazai se encontraba dando vueltas en la calle, hasta que encontró unas misteriosas escaleras. Un tanto extrañado, decidió bajarlas, colocando la mano en el barandal. Una extraña sensación de melancolía apareció al momento de encontrar una barra de bar con dos vasos de whisky servidos.

-¿Un bar? -pensó, acercándose a la barra -. Conozco este bar

Todas las luces se encontraban apagadas, salvo una, la que se encontraba sobre los vasos. Miró a su alrededor, no había nadie ni en el bar ni detrás de la barra.

-Bueno, supongo que puedo quedarme un rato aquí.

Jaló el banco y se sentó en él, esperando. Tomó uno de los vasos, comenzó a examinarlo, jugando con el hielo. Todo se veía en orden, así que le dio un sorbo.

-¿Puedo acompañarte? -preguntó una voz a su derecha.

Dazai se ahogó y comenzó a toser, escupiendo el whisky. Miró con sorpresa en dirección de donde provenía la voz. A su lado, se encontraba un hombre pelirrojo de ojos azules, ligeramente mayor que él, con un semblante neutro. Le dedicaba una mirada un tanto tierna para su semblante, al tiempo que sostenía el vaso de whisky.

-Odasaku... -murmuró con asombro, limpiándose el whisky con el dorso de la mano -, ¿Que haces aquí?

-Vine a acompañarte -respondió, con su voz tranquila de siempre.

La alegría de verlo se apoderó de Dazai, quien se lanzó a abrazarlo pero no pudo hacerlo... En el momento en que su brazo rozó al de su amigo, lo atravesó, como si fuera una pantalla. Permaneció inmóvil, con el brazo en alto, mirándolo con tristeza.

-Odasaku... -su voz salió como un hilo -¿Por qué...? ¿Por qué no puedo tocarte...?

-Porqué tú no estás muerto -los ojos de Dazai se cristalizaron, al tiempo que sus labios comenzaron a temblar ligeramente.

Odasaku lo miró con ternura. Después de darle un sorbo a su bebida, la dejó de nuevo en la mesa, jugando con el borde del vaso.

-Hace tiempo que quería venir a verte, pero no me daban permiso -dijo, señalando hacia arriba, para después hacer un ademán de encogerse en sus hombros

Dazai seguía sin decir nada, solamente lo miraba. No sabía que decirle, o que hacer en ese momento.

-Entonces... ¿Estás bien? -preguntó al fin.

Sus ojos seguían cristalinos, Odasaku no podía dejar de sonreírle con ternura. Tomó su vaso y lo miró.

-Si, la verdad si -comenzó a jugar un poco con este, haciendo que el hielo de su bebida chocara contra el vidrio -. Estoy con los niños, pude conocer a sus padres... Encontré a gente que no sabía que existieron en mi vida... Lo cierto es que me encuentro bien

-Oye, Odasaku, y si voy contigo? -miró en dirección a su vaso, imitando a su amigo -. Quiero decir... si me despierto este sueño de dolor y despierto contigo en...

-Tú no vendrías conmigo -interrumpió firme, mirándolo. Dazai no pudo evitar mirarlo con sorpresa -. Me lo dijeron arriba, si te vas ahora, no podrás venir conmigo, irás a otro lugar... Y no podré verte nunca más.

Entre vinos y vendajes - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora