Introducción

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Ya hacia varias semanas de el incidente con Yelena. Por suerte para todos, Stephen pudo salvarle la vida a Wanda y ganar un poco más de tiempo, y los vengadores se instalaron en el santuario de Nueva York, como acordaron. Trabajando dia y noche en buscar una solución a lo que llevaba semanas quitandoles el sueño a el hechicero y a esa niña que vivía con el.

Mientras tanto Bucky, parecía completamente ajeno a todo el asunto, solo pasaba horas y a veces dias encerrado en su cuarto. Normalmente, no les preocuparía, pues el soldado nunca fue muy sociable, pero dadas las circunstancias... No había duda de que estaba muy deprimido, y todos sabían bien la razón.

Era irónico, tanto que decía que ya nada iba a poder lastimarlo, y llegó ella a darle un golpe tan bajo y doloroso, lo subió hasta las nubes, dejó que se enamorara, y al final solo lo deshechó. Y hoy, no podía olvidarla.

Yelena, Yelena, Yelena. Ese nombre, ese bello y maldito nombre se repetía una y otra vez en su cabeza, como en bucle, y su mente ya estaba cansada de solo recordarla a ella, sus ojos, su cara, sus labios, su voz, sus besos...

Todo se estaba yendo al carajo, por que, después de ella, ¿Que seguía? No tenía idea de que hacer, no sabía hacia donde iba su vida, otra vez no tenía propósito, por que en todos los planes que tenía para el futuro, ella estaba incluida, tantos viajes y aventuras que tenía planeadas para hacer juntos.

Siempre tu y yo.

Que estúpido, ¿Como pudo siquiera creer que alguien podía amarlo? Al final, todos siempre lo trataron como un monstruo, y no podía cambiar lo que pensaban de el, por que eso era, un maldito monstruo, un asesino, un arma.

Una parte de el estaba furioso con ella por traicionarlo de esa manera, y otra quería preguntar ¿Por qué?¿Por que le hizo eso?¿Que fue lo que hizo mal?

-¿Sigues sufriendo por la innombrable?-Estaba tan metido en sus pensamientos, que no se percató de la presencia de Sam en la puerta.

-Dejame en paz, quiero estar solo-Se limitó a decir eso, esperando que su amigo se fuera de ahi, pero no lo hizo. Tomó una silla y se sentó cerca de la cama de el castaño.

-Oye, se que me pediste no volver a sacar el tema, pero algun dia tendrás que sacar lo que tienes guardado.

-¿Y ahora que eres?¿Mi psicólogo?

-Mira, necesito que te tomes con calma lo que te voy a decir-Hizo una pausa-En algún momento vas a tener que hablar con ella.

-¡Es la peor idea que has tenido! Y vaya que has tenido.

-Es la única forma en que te desahogues.

-No, Sam-El soldado negó con la cabeza-Si la veo... Soy capaz de matarla.

-¿Tanto asi?

-Es que no se como sentirme, las palabras que usó... No entiendo nada.

-¿Que dijo?

-Cuando... La ví saliendo de la habitación de Wanda, ella dijo... Perdoname. Después en la base, dijo que me amaba, pero de todos modos se fue.

-¿Crees que diga la verdad?

Esa pregunta lo dejó pensando un largo rato. Yelena, la mujer que no dudó en hacer a un lado sus sentimientos para vengarse de una persona inocente, confesó amarlo y le pidió perdón aun cuando el todavía no sabia lo que había hecho. ¿Realmente decía la verdad?¿Realmente lo amaba?

-No.

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Después de romper el corazón de Bucky, traicionar la confianza de los vengadores y terminar su sociedad con Fontaine, Yelena tuvo que escapar antes de lo planeado, sin ningún plan. No podía volver a su casa, entonces fue a la de sus padres, aunque no entró en detalles sobre por que dejó esa misión.

Jamás en su vida había llorado tanto como ese día. Aunque la culpa era un sentimiento al que estaba acostumbrada, ahora se le sumaba la idea de que decepcionó a alguien que en algún momento la amó tanto como para amar incluso sus defectos, la amó aunque toda su vida creyó que era difícil que alguien lo hiciera, por no decir imposible.

Para colmo, ese no era el único problema del que tenía que hacerse cargo, dejar a Valentina y su circo le trajo muchas consecuencias. Al final, esa loca no mentía del todo; Sin ella, era más facil que sus enemigos pudieran atacarla, pues ya no contaba con la protección de los Thunderbolt, como ella los llamaba.

Era mucho que procesar, y no sabía si podría lidiar con todo eso, no sin el apoyo de James, el único, además de su hermana, que le daba fuerzas para enfrentar la vida y luchar hasta el final. ¿Que tenía ahora? Solo un recuerdo de su culpa y su traición.

La puerta de su habitación se abrió, dejando pasar a su perrita, Fanny, que subió a la cama y se recostó junto a la rubia:

-Hola nena-Acarició sus orejas y dejó que le lamiera un poco el rostro.

-Hey-Vió en el umbral de la puerta a Alexei-¿Puedo pasar?-La rusa asintió.

El hombre se acercó y se sentó en la orilla de la cama, donde Yelena yacía recostada ahora con la compañía de su mascota:

-Tu madre preparó macarrones con queso, tus favoritos-Le sonrió tiernamente a su hija-¿Nos acompañas a cenar?

-Tal vez otro dia-Se removió en la cama.

-Mi amor, no has comido nada estos días, te vas a enfermar. Por favor, al menos solo... 2 o 3 bocados, o si prefieres nada más una mordida de el pan de 3 semanas en la canasta-Logró sacarle una pequeña risa a la rubia-Anda. Barriga llena, corazón contento.

-Está bien-Se sentó sobre la cama-En un rato los alcanzo.

-Ok-Le dió un apretón a la mano de Yelena y salió de su habitación.

Odiaba sentirse de esa manera, tan... Debil, odiaba ser débil. Hacía tiempo que nadie la hacía sentir asi, además de Dreykov. Aunque era diferente ahora, no le tenía miedo a James, de hecho no estaba segura de a que le tenía tanto miedo.

Miró el teléfono sobre su buró, y una idea un poco arriesgada se le pasó por la cabeza.

-A la mierda...

Tomó el aparato y marcó un número que se sabía ya de memoria.

¿Tratabas de darme tu numero?
¡Si, eso trataba!

Su mano titubeó a la hora de presionar el botón verde para marcar, pero terminó por hacerlo y colocó el celular junto a su oído. Como tenía otro numero, era más probable que le contestara la llamada.

Ni ella misma sabía que hubiera preferido, que descolgara o que la ignorara, tal vez por eso su corazón se detuvo cuando escuchó su voz al otro lado de la linea:

-¿Hola?-La rubia se cubrió la boca para reprimir un jadeo de asombro que quiso salir de sus pulmones y un sollozo también-No conozco este número, ¿Quien habla?

Abrió la boca para hablar, pero las palabras se atoraron en su garganta.

¡Carajo!¿Que iba a decir?

-¿Hay alguien ahi?

Su voz... Esa que antes era de un hombre recuperado y libre, ahora era de un hombre herido, desganada.

Carajo, no puedo. Pensó y colgó inmediatamente. ¿Que le diría? Ni siquiera estaba segura de si el quería hablar con ella después de lo sucedido.

-Que estúpida-Se reprendió a si misma.

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