Capitulo 8

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1 semana después...

Stephen se despertó a eso de las 7 de la mañana, demasiado temprano considerando que las preocupaciones que estaba teniendo esas últimas semanas lo tuvieron despierto hasta la madrugada: El estado tan delicado de Wanda, la desaparición de Yelena, además de el hecho de que ahora América lo necesitaba más que nunca.

Justo como se lo había confesado a Clint esa noche, estaba tan desesperado como los demás, pero aun asi hacía su mejor esfuerzo por mantenerse firme. Él estaba a cargo, y si él no tenía la voluntad para lidiar con todo eso, ¿quién más lo haría?

Entonces se levantó, se duchó con agua helada para terminar de despertarse y se vistió con su traje habitual de hechicero. Antes de salir de su habitación, se cercioró en el espejo de que no se notara que había dormido apenas 3 horas.

Una vez listo, lo primero que hizo fue asomarse a la habitación de América para verificar si seguía dormida, y para su sorpresa, ella no estaba en su habitación. Probablemente había bajado a desayunar, pero era extraño, ella jamás se levantaba a esa hora a menos que fuera Stephen quien la despertara.

Supuso que ella tampoco había dormido bien y despertó más temprano, y había bajado al sótano para ver a Wanda. Entonces fue allí para buscarla.

América tampoco estaba ahi. Y lo más inquietante, Wanda tampoco estaba ahi.

Ahora si que se preocupó, ¿y si les había pasado algo?

Y si...

¿Wanda había muerto?

-¿América?-Mientras subía las escaleras de vuelta, la llamó en un tono de voz lo suficientemente alto para que ella lo escuchara, si es que estaba en el santuario-¡América!-Su busqueda por todo el santuario lo condujo hasta la cocina.

Ahi estaban ambas, preparando el desayuno.

-Wanda...

Su pecho se volvió un carnaval cuando la vió ahi, nuevamente de pie, sonriendo como antes. Y más cuando ella alzó la mirada al escuchar su nombre, ahi estaba esa mirada que tanto había extrañado y amado en silencio.

La pelirroja dejó lo que estaba haciendo y lentamente caminó hacia el. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, estiró su mano para tocar la mejilla del contrario. Stephen suspiró y cerró sus ojos ante el contacto, casi había olvidado la suavidad y ternura en sus manos.

-Stephen.

-Estás aqui...

-Sí... Creo que sí-Le dijo con una leve sonrisa.

-Realmente estás aqui, viva...-Habló más rápido de lo que su cerebro podía procesar. Solo sabía que no quería que apartara su mano de su rostro, necesitaba su tacto, necesitaba saber que ella era real.

Barton y los demás bajaron las escaleras al escuchar la voz de Stephen buscando a América, y casi se desmayan cuando vieron ahí a Wanda.

-Mierda, creo que me oriné-Le dijo Sam al soldado que venía con el.

Clint fue el primero en acercarse para abrazar a la muchacha, luego le siguieron los demás. Al fin, luego de tantas noches en vela preocupados por si sobreviviría a la mañana siguiente, Wanda estaba de vuelta con ellos.

Después de un largo rato de abrazos y demasiadas preguntas, la sokoviana se giró una vez más hacia Stephen. Lo miró directamente a los ojos y simplemente asintió con la cabeza.

-Sí-Dijo simplemente, dejando notablemente confundido a Stephen.

-Sí... ¿Sí q-?-Por su expresión, parecía como si su cerebro finalmente hubiera atado cabos para entender a Wanda-¿Sí?-Le preguntó con un brillo de emoción en sus ojos-¿¡Si!?

-¡Si!-Le volvió a sonreir.

-Pero... ¿Qué te hizo cambiar de opinión?-La sokoviana se encogió de hombros.

-Creo que estar literalmente al borde de la muerte me hizo darme cuenta de que... No quiero perder esto... No quiero perderte.

Stephen de repente se sintió abrumado por lo que Wanda le estaba haciendo saber. Tanto tiempo esperando por el día en que tuviera la oportunidad de decirle lo que sentía, y ahora ella estaba ahí, abriendole su corazón, y correspondiendo a sus sentimientos.

-Y yo tampoco.

Todos fueron testigos de el momento en que Stephen finalmente besó a Wanda y le pidió que se casara con el, y ella dijo que si. Todos estaban felices, todos excepto Bucky.

No es que no se alegrara por ellos, claro que era bueno tener una alegría en medio de todo ese desastre, pero una parte de él estaba molesta porque los demás podrían continuar con su vida como si nada hubiera pasado, porque aunque Yelena seguía sin aparecer, en el fondo sabía que a los demás no les importaba, porque ellos no la conocieron tanto como él.

Ellos no la amaron como el lo hizo.

Y lo cierto es que quería tener algo como lo que tenían Wanda y Stephen, quería saber que se sentía ser correspondido, ¿qué se sentía ser amado? Realmente amado.

Eso solo pudo saberlo cuando estuvo al lado de Yelena, con ella volvió a ser ese joven de 17 años de Brooklyn que intentó torpemente conseguir un peluche para una chica de la que estaba enamorado.

Con ella, era él mismo.

¿A dónde fuiste, muñeca?¿Dónde te encuentro? Pensó.

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-No lo puedo creer, Sharon. Valentina está completamente desquiciada, tiene a Yelena bajo control mental, ¿¡y tú la defiendes!?

-¡No la defiendo! No puedo dejar que la delates. A diferencia de ti, yo tengo mucho que perder. ¡Acabo de recibir un indulto! Si ella cae, nosotros caemos con ella, ¿¡te lo imaginas!? El apellido Carter importa, ¡yo importo! Apenas recuperé su confianza, no puedo correr riesgos.

-No te estoy pidiendo que lo hagas. Solo recuerda que, si algo sale mal y hay personas lastimadas, son TUS manos las que se llenan de sangre.

-¡Las tuyas también!¿Necesitas que te recuerde por qué estás aqui? Sin Valentina, estarías pudriendote en una celda por el resto de tus días.

-Yo no le pedí que me sacara de ahi, no le pedí que me metiera en este circo. Es más, si me dieran a escoger, ¡prefiero estar en prisión! No aqui, alimentando a un mostruo. Y tú deberías hacer lo mismo, deja de ser su alfombra o vas a terminar por dañar tu tan preciado legado, sabiendo que decepcionaste a todos aquellos que alguna vez creyeron en ti.

-¿Como tu?

-Precisamente, como yo.

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