cap. 10

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Riki tragó duro al mirar aquellos aparatos que servían para ejercitarse. A su vista no parecían peligrosos, o bueno, eso quería creer.

- ¿Estás listo? - preguntó captando la atención del menor.

Riki miró al mayor. Tragó nervioso y sonrió con algo de dificultad, claro que no estaba listo, iba a morirse lo sabía.

No.

Yo puedo.

- Sí estoy listo - respondió por fin.

- Bien, ya que estás listo. Empecemos con ésta belleza - palmeó la máquina.

Riki miró el aparato y ladeó la cabeza.

- ¿La caminadora?

- Oh tú ahora la ves tan tranquila, inofensiva pero créeme una vez que te subas a ésta cosa, se vuelven un demonio - dijo divertido cosa que hizo sonreír a Riki.

Su hyung era divertido. Tal vez no la iba a pasar tan mal.

- Entonces, que comience la acción.

Tras esas palabras Riki dejó su pequeña mochila con agua y todo lo necesario en el suelo a un lado. Se subió a la caminadora y ésta se inició una vez encendida.

Hum, fácil.

Pan comido.

Las gotas empapaban toda su ropa, su boca estaba abierta recuperando aire mientras sus piernas seguían y seguían moviéndose debido a que el aparato no se detenía, por lo visto ésto no era tan sencillo.

Bien, me equivoqué.

JungKook tenía razón, ésta cosa era un demonio en movimiento, a veces lento y muchas veces rápido. Sus piernas ardían debido a que realmente no se había detenido más que dos veces cuando la máquina por orden lo hacía, de allí siguió corriendo sin parar. Era duro.

Sintió su cuerpo cansado, realmente ya no podía más y a punto de apretar el botón de parar se detuvo. Su hyung lo animaba desde atrás, su mamá se mostró orgullosa ante sus palabras y él, enserio quería lograr esa cambio.

Fijó su vista en aquella pulsera color verde y negro. La imagen del rubio se proyectó en su mente y por arte de magia, una corriente subió por todo su cuerpo, el sólo pensar en Sunoo le dió fuerzas. Tantas que, ya no sintió agonía de parar en su lugar sintió energías de continuar y no parar.

Porque su ángel también estaba dando lo mejor ahí en París. Él también lo haría.

Yo también, quiero cumplir mi meta.

No supo cómo pero lo logró, establecer un balance entre su respiración y su correr. Manteniendo su vista al frente en el paisaje que se mostraba tras la ventana de cristal.

Yo puedo y lo haré.

JungKook por su parte admiraba al menor, una sonrisa de conejo se dibujó en sus labios. Él sabía que, definitivamente Riki llegaría lejos mucho más que sólo alcanzar su meta.

Lo sabía porque podía ver esa llama salir de sus ojos azules, una llama casi imperceptible por ahora pero que él se encargaría de sacarla y hacerla notar aún más, mucho más.

Porque Nishimura Riki sería el chico más atractivo que nadie haya podido imaginar. Tan sólo era cosa de tiempo, dedicación y esfuerzo.

El menor tenía tanta determinación y fuerza de voluntad que no dudo ni un segundo en pensar que, lo lograría.

Tan sólo es cosa de esperar.

- Entonces ¿Puedo venir todas las tardes aquí? - preguntó colgándose la mochila en su hombro.

- Claro que sí Riki, eres bienvenido aquí cuando quieras - le sonrió y revolvió los cabellos negros - Haremos esto durante un tiempo, luego cambiaremos de ejercicio cuando yo lo indique ¿Vale?

- Entendido hyung. Nos vemos - agitando su mano abrió la puerta y salió.

Miro el cielo, ya era casi de noche. El aire le daba a la cara mientras manejaba su bicicleta en eso abrió los ojos de golpe ¿Ya era de noche? ¿Cuánto tiempo estuvo corriendo sin descanso? ¿Casi dos horas? Abrió la boca al creer esa posibilidad.

Miro su muñeca con el objeto alrededor de ella, una sonrisa se formó.

Espero volver a verte pronto, mi ángel.

Se quitó la ropa sudada dejándola en el cesto de ahí, se miró al espejo. Por ahora no había cambios pero estaba seguro que si seguía como ahora dentro de poco los habría.

Con eso en mente se metió a la ducha.

Día 1. Listo.

(☆)

no juzgues a un libro por su portada ✧ sunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora