Sunoo fue hasta la puerta de acceso tal como había dicho. Habló con su madre la cual le había reprimido el porqué se había ido sin avisar a lo que él avergonzado y ansioso contestó que no podía esperar hasta mañana para ver al pelinegro, pudo oír un suspiro junto a una risa por parte de su madre lo que lo hizo avergonzarse aún más.
Y más cuando su madre le dijo "Saluda a mi futuro yerno de mi parte". Su cerebro colapsó.
Cuando la llamada terminó metió su celular en el bolso de su abrigo color rosa pastel. Giró la manija de la puerta y entró, afuera el viento era frío debido a que pronto se acercaría el invierno y con ello el cumpleaños de su amado conejito.
Avanzó un poco y no percatandose de su camino chocó contra alguien, se maldijo internamente cuando notó que las cosas que la mujer traía yacian regadas en el suelo. Sin perder tiempo se arrodilló empezando a recoger los pequeños vasos del suelo que por suerte no se rompieron.
- Lo lamento mucho, no me fijé por dónde iba y-
- ¿Sunoo? ¿Cielo eres tú?
Se detuvo un momento para alzar la mirada hacía la mujer. Abrió los ojos cuando se dió cuenta de que, aquella mujer de cabellos negros ahora largos era nada más ni nada menos que la madre de Riki. Con su sonrisa de siempre se acercó a él envolviendolo en un fuerte abrazo del cual correspondió gustoso.
- Haz vuelto cielito - musitó la mujer separándose del muchacho - Pero mírate, te pusiste mucho más precioso de lo que recordaba, incluso creciste más. Me alegro que volvieras, ha pasado bastante tiempo ¿Cierto?
Con la ayuda de Sunoo ambos estaban de pie, el rubio dejó la charola en una de las mesas de la cocina sin borrar su sonrisa.
- Cierto, ha pasado bastante tiempo que no pude resistirme hasta mañana para venir a verlos - confesó un poco tímido con las mejillas rosadas.
- Oh mi niño, sabes que eres bienvenido cuando quieras aquí. Ésta también es tu casa no lo olvides - lo abrazó y le dejó un besito en la frente - Eres como un segundo hijo para mí además de Riki.
Sunoo se avergonzó un poco pero pese a eso sonrió. La señora Nishimura era alguien dulce y muy cariñosa además de ser una maestra en la cocina. Era una dama hecha y derecha.
- No sabe cuan feliz me hace con esas palabras señora Nishimura - comentó.
- Ay olvidemos los honoríficos por ahora, llámame mamá - pidió haciendo sonrojar de nueva cuenta al rubio.
- ¿M-Mamá? - la mujer asintió - Uh, está bien se- digo..m.. mamá - dijo feliz y avergonzado.
- Espero que Riki aparezca pronto y puedas convencerlo de salir un rato por allá. Sólo estudia, lee muchos libros aburridos y no hace más que trabajar aquí pese que ya le he dicho que salga a divertirse - suspiro causándole una pequeña sonrisa a Sunoo - Sé que cuando te vea volverá a su esencia de antes. Estoy segura.
- Yo también...eso espero - musitó bajito.
No lo iba a negar, le preocupaba la reacción del pelinegro ¿Sería buena? ¿Sería mala? Estaba a punto de morir de los nervios y miedo que eso le causaba, la mujer pareció notarlo pues con una dulce sonrisa acarició su mano haciendo que levantara la mirada.
- Él estará feliz de verte cariño.
Sunoo sintió sus ojos cristalizar, sin pedir permiso abrazo a la mujer buscando un poco de seguridad. Fue correspondido de igual manera haciéndolo tranquilizar un poco.
No obstante, al mirar de nueva cuenta al frente notó tras la mujer a un chico de cabellos oscuros mirándolos.
Su primera acción fue sonreírle, sin embargo cuando el chico se acercó más haciéndose notar bajo la tenue luz de la cocina su corazón dejó de latir por un segundo. Aquellos ojos de un color azul sólo podían pertenecerle a alguien.
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no juzgues a un libro por su portada ✧ sunki
RomanceEl único que me amo antes de cambiar, fuiste tú, mi ángel. Eres el único que no me juzgó cuando no era nadie, el único que me quiso tal como era, el único que estuvo ahí para mí. El único que se atrevió a conocerme, leer cada parte de mí hasta el f...