cap. 9

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Riki tragó al mirar los ejercicios que aquel hombre hacía en el vídeo. ¿Cómo diablos iba a realizar 50 abdominales si no podía ni con una sin haberse cansado ya? ¡Era prácticamente imposible!

Cerró su laptop dejándola a un lado de la cama. Empujó su lengua contra su mejilla, costumbre suya cuando estaba desesperado, enojado o aburrido. De verdad la tenía difícil, una semana había pasado hasta el día de hoy. ¡Una semana!

Lo que más le desesperaba era saber que, Jungwon ya iba avanzando en la apuesta, comenzó a ir al gimnasio terminando la escuela. Se lo había dicho, y él, bien sólo se la ha pasado "investigando" ejercicios que para nada a intentado.

Con cansancio suspiro, hizo un mueca en los labios al percatarse de que, iba perdiendo. A éste paso el ganador sería Jungwon, no lo iba a aceptar. Él también debía poner de su parte.

Bajó las escaleras donde visualizó a su madre acomodando cosas en la repisa. Luego miró a un chico pelinegro que de igual ayudaba a su madre, Jeon JungKook era su nombre, un universitario que había venido en busca de empleo para, según el chico, ahorrar y viajar a no sabe dónde porque ya se le olvidó.

Lo que más le llamaba la atención era que, pese portar un buen cuerpo y cara atractiva no era para nada arrogante, molesto o todo un gilipollas como lo eran, lamentablemente, la mayoría de las personas con tales cualidades. El muchacho era, a su pensar, humano en términos morales. Ni siquiera lo trató como un fenómeno el día que se conocieron, sin haber tenido la necesidad de saber que sus padres eran sus jefes, JungKook lo trató normal.

Como una persona. Lo que era.

- ¿Dónde pongo ésto señora Nishimura? - la voz del chico lo trajo de vuelta.

- Ahí está bien cielo, gracias por tu amabilidad JungKook - respondió su madre con una sonrisa como siempre a sus empleados.

De no haber sido porque el pelinegro mayor tenía el uniforme de mesero arremangado hasta los codos, no hubiera visto los músculos que se marcaban en cada uno de sus brazos siendo visibles debido al color del uniforme, blanco.

En eso una idea le llegó al cerebro. Eso era.

JungKook tenía un buen cuerpo, por lo tanto hacía ejercicio y si hacía ejercicio debía saber algunos ¿No? No perdería nada con preguntar ¿Cierto?. Así que decidido se acercó hasta donde estaban tomando asiento en las sillas altas sin respaldo de mármol puro.

No digan nada pero, Riki vivía bien.

- Hey Riki, ¿Qué tal tu día? - le pregunto el mayor mientras acomodaba las últimas cosas en los estantes.

- Normal Hyung - respondió - Hyung quisiera preguntar si usted sabrá-

- Oh cariño hasta que bajas - le interrumpió su madre - ¿Te pasa algo Riki? Te notó preocupado.

El pelinegro menor miró a su madre y negó con una sonrisa. Cada que estaba pensando o concentrado su rostro se mostraba más serio de lo habitual. Muchos decían que daba miedo y hasta podía ser intimidante, que incluso si practicaba podría llegar a usar eso como una defensa propia contra los bullys de su escuela.

Pero realmente no le interesaba eso.

- No pasa nada mamá. Estoy bien - le sonrió a la mujer la cual más relajada sonrió - Aunque he estado pensando en cambiar mi imagen...- musitó bajo.

Su madre y JungKook se detuvieron en sus actividades para mirar al menor, la mujer volvió a su expresión preocupada mientras el muchacho sólo lo miraba curioso y ansioso por la razón del menor. Porque ¿Había una razón no? Y tal vez, él podría ser de ayuda. Quien sabe.

- Cariño...- habló su madre con un tono de preocupación - Tú sabes que eres especial tal y como eres, no necesitas escuchar los comentarios de esos chicos que-

- No es por eso mamá - le interrumpió. - Yo quiero hacerlo por mí mismo, desde hace mucho que, lo que digan los demás de mí o no ya no me importa, además esa es mi meta que establecí y que estoy dispuesto a cumplir.

La mujer pelinegra abrió su boca algo impactada tras las palabras de su hijo, nunca había visto ni escuchado tal firmeza en la voz de su niño. Así que, el mirarlo así, tan determinado y decidido le hizo sonreír tan grande que no pudo evitar soltar lágrimas de felicidad y abrazarlo.

Su pequeño Riki, iba creciendo. Se sentía orgullosa.

- Yo puedo ayudarte con eso.

Riki miró al mayor, ¿De verdad?.

- Claro, si estás dispuesto a ir por todo, yo me ofrezco para ayudarte con tu meta ¿Qué dices Riki? ¿Aceptas? - le sonrió apoyando sus brazos en la barra.

Miró como su madre asentía diciéndole con la mirada ¡Tú puedes! Con eso bastó para mirar de vuelta al pelinegro mayor y asentir.

- Acepto hyung.

Él también, alcanzaría su meta.

¡Fighting!.

(☆)

no juzgues a un libro por su portada ✧ sunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora