XIX | blurred. part one ‹

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19 de marzo, 2010.



Silencio.

Todo quedó en absoluto silencio después del fuerte portazo que se escuchó cuando su padre salió de la casa.

Kento comprendía su enojo. Él mismo estaba enojado. Y eso se mezclaba con tristeza, confusión y frustración.

De alguna manera sabía que las cosas iban a terminar así. El matrimonio de sus padres ya no tenía arreglo, pese a que su progenitor intentó por todo los medios pegar con cuidado las piezas rotas.

Su madre no se molestó en hacer un esfuerzo. Tenía una familia y sin embargo, prefirió ceder a la carnal tentación de romper sus votos matrimoniales.

Kento la descubrió en el acto. Ella no fue cuidadosa, dejándose cegar ante lo que sea que aquel hombre que no era su padre le ofreció.

La enfrentó, por supuesto, justo antes de que ella y el sujeto entraran al motel. Se mantuvo tranquilo, cómo era usual, sorprendentemente para una situación cómo esa. Sin embargo, por dentro el corazón de Kento latía tan deprisa y estuvo a punto de vaciar el estómago en plena calle.

Por otro lado, el rostro de su madre decayó al instante, probablemente tratando de buscar un excusa que la sacara del apuro. Pero sabía que su hijo no era tonto.

Se necesitaba ser demasiado estúpido o ciego para no darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

"Por favor, no le digas a tu padre."

Kento solo se ajustó la mochila en el hombro y simplemente se fue.

Vomitó enseguida llegó a casa.

No le dijo nada a su progenitor, pero no porque ella se lo había pedido, sino porque él no iba a ser quien rompiera su corazón.

Fue a partir de ahí que la relación con su madre empezó a ser cada vez más distante. Ella trataba de acercarse, repitiendole esas palabras en danés con las que expresaba su amor por él cómo cuando era un niño.

"Jeg elsker dig, min lille dreng."

Te amo, mi pequeño.

La culpa comenzó a atormentarlo. Su mejor amigo, Yu Haibara, era consciente de los problemas entre sus padres, pero Kento no se atrevió a mencionar que ahora una infidelidad los tenía en la cuerda floja.

Kento sentía vergüenza.

Pero si él lo terminó por descubrir, era cuestión de tiempo para que su padre también lo hiciera.

Y sucedió.

No obstante, el hombre perdonó. Por puro amor.

Y ella prometió que no volvería a caer.

Nunca fue mi intención. Lastimarlos.

Cuando Kento se atrevió a salir de su habitación y bajar, minutos después de aquel largo silencio, él pudo ver a su madre acurrucada en un rincón sobre el sofá.

Todavía escapaban lágrimas de sus hinchados ojos, pero no causó efecto alguno en Kento verla así.

Pero lo hiciste. Cuando prometiste que no lo volverías a hacer.

Aquello no sonó cómo un reproche. Kento simplemente se había resignado. No tenía idea qué estaba sintiendo, todo seguía siendo tan confuso para él.

𝐰𝐡𝐚𝐭 𝐢 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐭𝐨𝐥𝐝 𝐲𝐨𝐮 | nanami 𝗸.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora