⛓️Jikook ⛓️

IV

Los quemados dedos de Jungkook aún le dolían de haber estado moldeando el florero, pero estaba orgulloso de su logro. Le había llevado tres días de instrucciones, varios dedos chamuscados y unos días en el horno, pero él finalmente sería capaz de darle a su Dom favorito un florero de cristal soplado. 

Durante las pasadas ocho semanas le había enviado a Jimin una serie de regalos, desde un par de grilletes de hierro forjado a un intrincado bordado en un antifaz de seda. 

Ese aún era uno de sus favoritos.

Viendo la pieza, Jungkook esperaba que Jimin pudiera aceptarla con el espíritu con la que se la daba y no pensara que era demasiado de chicas. Consiguió lirios del valle y los combinó con trece rosas lavanda. Estaba feliz de que Jiho estuviera demasiado ocupado para verlo.

A Jungkook casi le da un ataque cardíaco cuando la puerta se abrió. Afortunadamente era Jin.

— Wow, no haces las cosas a medias. ¿No es así? ¿Hiciste el florero?

— Sí. ¿No crees que es demasiado femenino? Quiero decir, las rosas lavanda se supone que significan amor a primera vista y combinado con los lirios del valle, humildad y devoción. De acuerdo a internet, trece rosas significan admirador secreto, pero me preocupa que crea que las rosas lavando son demasiado de chicas.

— Respira hombre.— dijo Jin, dándole a Jungkook una pequeña sacudida.— Le diré toda esa mierda que acababas de decir y si el hombre no es lo suficientemente inteligente para apreciar todo el trabajo que haces, que se joda.

— Más bien que me joda.— dijo Jungkook con una sonrisa.

— ¿Cómo va a hacerlo si ni siquiera te encuentras con él?— puntualizó Jin.

Jungkook se encogió de hombros. Podía sentir el calor en su cara.— Lo sé, lo sé, pero no estoy listo.

— Correcto.— Jin palmeó su espalda.— Escribe esas cosas de las flores, así no me olvido.

Jungkook tomó una hoja de papel del escritorio de su hermano y escribió todo cuidadosamente para que Jin pudiera leerlo, la caligrafía no era uno de sus talentos.

— Gracias Jin, hice algo para agradecerte todo lo que haces por mí.

— Hey hombre, no tienes que hacerlo.— dijo Jin, pero la sonrisa en sus ojos le decía que estaba complacido de que Jungkook lo hiciera.

Él sacó su cuaderno de dibujo y le dio el dibujo de un fornido rubio con una gran sonrisa.

Era Namjoon, el amigo del Amo Park.

— He visto cómo lo miras.

Fue el turno de Jin ruborizarse.— Lo sé, debo seguir mis propios consejos. Pero él está fuera de mi liga.

— Hey.— Jungkook le dio un codazo a su amigo.— No digas eso, además ¿Cómo vas a saberlo si no lo intentas?

— Dejaré que tú arregles esto, y entonces trabajaremos en mí.— dijo Jin sonriendo.— Aunque, gracias por la pintura.— Cuidadosamente la dobló y la guardó en su bolsillo antes de tomar el florero.— Joder, es pesado.

— Eres un grande y entusiasta guardia, puedes con eso.— bromeó Jungkook.

— Ese soy yo.— dijo Jin sacando pecho.— Ese soy yo.

Jungkook vio al monitor, esperando ansioso que su presente fuera bien recibido o al menos que Jimin lo apreciara más que el vaso de whiskey que le había enviado. Quizás en el poco iluminado club, el Dom no se daría cuenta que las rosas eran lilas, pero las tradicionales rojas no se sentían lo suficientemente correctas.