Capítulo 6

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El Ayudante

Estaba en mi laboratorio a la mañana siguiente, tenía una jeringa en mi mano derecha, saqué un poco de mi sangre, la coloqué en un tubo de ensayo y con rapidez coloqué unas gotas de mi componente para multiplicar los glóbulos rojos en el sistema sanguíneo. Escuché que se abrió la puerta detrás de mí.

-He, Amigo. ¿Necesitas algo de ayuda?

-¿Harold? (Volteé y sonreí) ¡Genial! Al parecer mi formula funciona mejor de lo que creí.

Me levanté de la silla, estaba mejor que la última vez que lo vi en esa camilla. Tenía un yeso en su brazo izquierdo y ya lograba mover los dedos. Esto, daría el inicio a una era donde la recuperación física sería muchísimo más eficiente. Estaba delante de mí y estaba caminando, pensaba cuerdamente y no hubo consecuencias al utilizarlo, creo. Volteé a ver a Maxis y lancé una expresión confundida.

-Amor... (Dijo Maxis) Lo dejé pasar porque sé quién es. Por si preguntas.

-Tranquila estoy consciente de ello querida. (Dije sonriendo) ¿Cómo estás allá arriba? ¿Todo en orden?

-Sí, (Sonrió levemente) todo en orden. Creí que lo habías visto por la cámara de seguridad. Pero cuando vi que no habías subido, opté por traerlo hasta acá. Espero que no te moleste.

-No querida, no me molesta. Hiciste bien al traerlo aquí. No estaba cerca de mi laptop para ver el momento cuando llegó. Gracias y... Estoy considerando bastante lo que me dijiste anoche.

-¿En serio? (Dijo un poco sorprendida y asustada) Ah... En ese caso, creo que iré hoy a casa de mi madre. Iré a buscar algunas cosas.

-¿Quieres que te acompañe? (Dije antes de que ella comenzara a subir las escaleras)

-Sí, me encantaría. Bajo por ti a la hora que vaya.

Maxis subió y me quedé en el laboratorio con Harold.

-Créeme que si no hubiese sido por ti, si no hubieses...

-Por favor, no me des todo el crédito a mí. Yo sólo apliqué lo que me enseñaron cuando era militar. Claro, es más difícil cuando estás en un campo de guerra. Saliendo del tema, no te dije que vinieras hoy. De hecho, no te había podido contactar.

-La verdad venía a decirte que no tengo teléfono actualmente. Se lo robaron a Ágata luego de que dejaste el hospital. Ella se fue mucho más tarde, vivimos en un edificio a 20 minutos del hospital donde estaba.

-Eso es triste, pero... Ella y el niño están bien ¿No?

-Sí, gracias al cielo están bien. Bueno, entonces ¿Estás buscando un ayudante?

-Sí, pero... creo que aún no comenzarás a trabajar. Necesito a alguna institución que se interese por mi trabajo.

-Entiendo, creo que hay una institución de medicina que de seguro pagará millones por tu trabajo. A mi novia le funcionaron de maravilla las vitaminas y a mí me funcionó de maravilla tu invento para los glóbulos rojos. Claro, tendría que ponerme en contacto con ellos de inmediato.

-Entonces... Hagamos éste trato. Tú consigues el instituto y yo te contrato. (Sonreí) ¿Hecho?

Harold aceptó, le ofrecí que se quedara un rato más pero mientras más rápido consiguiera el instituto, más rápido comenzaría a trabajar y más rápido iba a conseguir dinero. Luego de abrirle la puerta, volví a mi cueva, me senté en frente del tubo de ensayo donde estaba mi sangre y no había nada.

No estaba mi sangre, ni la jeringuilla, sólo estaba el tubo de ensayo vacio junto con el frasco de la medicación, sin rastros de que allí hubiese habido sangre. No pudo haberla tomado Harold, yo estaba de espaldas a la jeringuilla y al tubo durante todo el encuentro. Corrí subiendo las escaleras, cerré con candado la puerta del sótano, fui a mi habitación y encontré a Maxis sentada en el ordenador.

A través de la obscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora