Cuarenta y uno.

15 2 0
                                    

~ 16:00 p.m.

Blake Jones

Cierro la puerta de mi habitación y me quito la camiseta para tumbarme sobre la cama, la hora de la comida ha sido bastante tensa ya que he comido solo en la cocina por no verlos. No se que es lo que me ha hecho pero desde que me he mudado aquí mi relación con ella ha dado un giro bastante grande, al principio nuestro odio era mutuo pero ahora no se que ha hecho, me tiene completamente loco, es muy difícil sacarla de mi cabeza.

Mi móvil suena y veo que es una llamada deun número desconocido, lo dejo sonar y cierro los ojos para descansar.

Abro los ojos y sonrio al verla a mi lado.

— ¿Que haces aquí? -susurro mirándole.
— Se han ido, me han dicho que tardarán. -sonríe mordiéndose el labio.
— No me refiero a eso. -me levanto-. Si no ¿que haces en mi cama? -digo serio.
— -me mira seria-. ¿Perdón? -se levanta mosqueada.
— -me río y me acerco a ella-. Me encantas cuando te enfadas. -susurro cerca de sus labios.
— Eres un imbécil, ¿lo sabes no? -gruñe.
— Me lo dices todos los días, pero en el fondo sé que no te puedes resistir a mi. -le cojo por la cintura.

La acerco a mi y sonrio al tenerla a centímetros de mi, nuestras narices casi se rozan y no puedo evitar mirar sus labios, unos labios que me vuelven completamente loco, unos labios que estaría besando las veinticuatro horas del día.

— Te quiero. -susurra ella apoyando su nariz contra la mía.
— Yo más, te lo prometo. -susurro-. No se que has hecho conmigo, pero me has vuelto completamente loco. -la beso.

Nuestros labios van al compás y mis manos se desplazan hasta su trasero, lo apretó con fuerza y se sube en mi como su fuera un koala.

La miro a los ojos y ésta sonríe dulcemente, pasa sus brazos alrededor de mi cuello y me besa apasionadamente, la apoyo en la pared y bajo mis besos hasta su cuello, su respiración es cada vez más acelerada.

— Vamos a la cama. -susurra mordiendo mi lóbulo.

La tiro sobre la cama y me mira riendo, me quito la camiseta, deseaba volverla a hacer mía, era la mujer perfecta. Me coge del pantalón y me tira hacia ella, se pone encima de mi y besa mis labios para acto seguido bajar hasta mi miembro.

— Cierra los ojos y disfruta. -susurra metiendo la mano en mi ropa interior.

Le hago caso y cierro los ojos, noto como se levanta de encima mío y abro los ojos dejándome ver la habitación vacía.

— Blake. -dice mi padre tocando la puerta-. Vamos a salir, te quedas con Noah.
— Vale. -respondo confuso.

Me levanto y salgo de la habitación, paso por la puerta de Noah y la escucho hablando con alguien.

— Perfecto. Nos vemos mañana, te quiero amor. -susurra.

Me separo de la puerta y entro en el baño para lavarme la cara, de nuevo un maldito sueño que parecía tan real.

~ 18:25 p.m.

Chelsea James

Miro a Axel enfadada y recojo mis cosas de mala manera. Él esta sentado en la cama con los brazos cruzados.

— Amor no puedes hacerme esto. -digo acercándome a él.
— Chelsea, basta. -suspira-. Cuanto antes te vayas, mejor.
— Eres un imbécil, Axel. -grito-. Creía que tu me querías. -le pego.
— Me siento tan mal de haber perdido a un amigo por ti. -suspira levantándose.
— Vete a la mierda.

Salgo de su casa enfadada y voy hasta la mía pasando por la casa de Blake, lo echo tanto de menos, él era el único que sabía calmar mis demonios.

Cojo el móvil y marco sus nueve dígitos, a pesar de este tiempo no podía sacarlo de mi vida.

— ¿Chelsea, que quieres? -responde seco.
— Necesito verte. -digo arrepentida-. Axel me ha dejado. -sollozo.
— ¿Y que quieres que haga yo? -dice molesto.
— Necesito hablar contigo. -respondo seria.
— Chelsea. -suspira-. Ya he retomado mi vida, no quiero que vuelvas a entrar a ella. Espero que te vaya todo bien, adiós. -añade antes de colgar.

Me siento sobre la maleta y tiro el móvil al suelo, se rompe en pedazos y por si fuera poco empieza a llover; las gotas caen sobre mi y a los pocos minutos ya me encuentro completamente empapada. Cojo las maletas y retomo mi camino a casa.

Al llegar voy a mi habitación para dejar la maleta y vuelvo a donde esta mi madre.

— Mamá, lo he dejado con Axel. -digo llorando.
— Cariño. -susurra abrazándome-. Habrá alguien mejor.
— Yo le quería a él. -digo seria.
— Dijiste lo mismo con Blake. -añade rodando los ojos.
— Quiero volver con Blake. -digo seria.
— Él ya no te quiere. -se ríe- El otro día le vi con una chica rubia.
— ¿Donde? -frunzo el ceño.
— Por la calle, cariño. -dice apagando el grifo.
— Me da igual, voy a recuperarlo. -digo saliendo de la cocina.

Cojo la chaqueta y salgo dirección a casa de Blake, por desgracia parece que no hay nadie.

— El señor Jones ya no vive ahí, señorita. -dice una vecina.
— ¿Sabe donde vive? -digo sonriendo dulce.

Tras darme la dirección me despido de ella y voy hasta su nueva casa, al llegar veo a Noah en la puerta y voy hacia ella.

— ¿Esta Blake? -digo seria mirándola.

Besos prohibidos.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora