capítulo 4 espíritu de fuego parte 2.

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Los fuertes rugidos de Elementor resonaron por todo el bosque, mientras el fuego de su cuerpo se consumía sin su consentimiento. "Ya perdí mi poder", murmuró, notando que las hermanas humanas lo miraban con una mezcla de miedo y admiración. "Cerca de aquí hay un pueblo, corran si no quieren que los carroñeros las encuentren", les advirtió antes de retirarse hacia donde se encontraban sus "compañeros" en este viaje.

"Veo que ya llegaste", comentó el enano al ver a Elementor.

"Enano", respondió Elementor.

"He guardado un poco de vino si deseas probar", ofreció el enano.

"No consumo alcohol", declaró Elementor.

"Pero siempre hay una primera vez, ¿no?", insistió el enano, extendiendo la gran jarra de vino. "Una probada no hace daño".

Tomando la jarra entre sus manos, Elementor echó un poco del líquido rojizo en su mandíbula. El alcohol que ingresó en su cuerpo comenzó a hacer efecto. "Es delicioso", admitió.

"Lo es", concordó el enano, tomando un poco más de vino. "Ahora, ¿por qué no vas a dormir o me encargo de la guardia?".

"Como sea", respondió Elementor, acercándose a la tienda de la sacerdotisa y echándose afuera de esta.

Al día siguiente, todos estaban escondidos entre unos matorrales. "Hay dos goblins y un lobo", informó la Elfa.

"¿Crees que puedes derribarlos?", preguntó Goblin Slayer.

"Sí, puedo", respondió la Elfa, subiéndose al árbol para luego apuntar con su flecha. "Comencemos", dijo, antes de disparar su flecha.

"Has fallado", comentó el enano.

"Mira bien", respondió la Elfa. Pronto, la flecha desvió su rumbo para dar en la cabeza de los tres objetivos. "Listo".

"Lo hiciste bien", dijo Goblin Slayer, apuñalando a uno de los goblins para sacarle los intestinos.

"Oye, sé que son nuestros enemigos, pero...", dijo la Elfa con algo de asco.

"Ellos tienen un excelente sentido del olfato", explicó Goblin Slayer mientras sacaba los intestinos del goblin. "Especialmente para las mujeres y elfas".

"De ninguna manera, no me pondré esa cosa", declaró la Elfa.

"Si no los matas, morirás o serás utilizada como incubadora. Elige: incubadora o sangre", advirtió Goblin Slayer.

"Pero...", la Elfa miró a la sacerdotisa buscando su apoyo.

"Te acostumbrarás", respondió la sacerdotisa, dando un pulgar arriba como si estuviera animándola.

Ya dentro del gran laberinto, todos estaban caminando en silencio. "Hay una de tu especie por ese pasillo", dijo Elementor a la Elfa.

"Pudiste oler a una elfa sobre esta pestilencia", comentó la maga.

"Sí", respondió Elementor, ignorando las pequeñas quejas de la mujer mientras caminaba hacia el olor. "Deberías prepararte". Abriendo la puerta, dejó que un olor putrefacto los invadiera. "Interesante", murmuró, observando la reacción de todos, que era de asco. Con un rápido movimiento, metió su brazo en una grieta detrás de la mujer. "Creíste que te podías ocultar de mí", dijo, inmovilizando al goblin con su mano. "Ahora tú", se dirigió a la mujer Elfa. "¿Qué quieres que haga con él?".

"Má... má... mátalo", balbuceó la Elfa.

Con una sonrisa macabra, Elementor arrancó uno de los brazos del goblin. "Disfrutaste mucho con esta hembra", dijo, lamiendo la cara del goblin. "Ahora, ¿por qué no te doy el mismo trato?". Metiendo el brazo del goblin en un lugar donde un brazo nunca debería entrar, continuó: "Es hora de comer", y mordió el estómago del goblin para arrancarle los intestinos.

el máximo depredador (elementos en goblin Salayer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora