el máximo depredador (elementos en goblin Salayer)

capitulo 17 el ataque de la oscuridad capitulo 2.

El campo de batalla comenzó a mancharse de un aterrador color rojizo, todos luchando por la supervivencia no solo de ellos, sino de aquellos a los que juraron proteger.

"¡Que nadie retroceda!", gritó el líder del gremio desde el frente. Estaba enfrascado en una feroz lucha contra otro de esos monstruos verdes. Sin duda, debía admitir que esos pequeños bastardos no sabían cuándo rendirse. "La caballería está a punto de llegar". Desde los cielos, pequeños dragones junto a hombres bestia volaban hacia ellos. "¡Ahí están!". Los pequeños dragones comenzaron a lanzar bolas de fuego mientras que los hombres pájaro, con sus lanzas, comenzaban a apuñalar a los pequeños demonios. "Qué gusto verlos, dragunitis".

Las tropas, con el ánimo renovado, comenzaron a marchar con más intensidad contra sus enemigos. Sabían que estas pequeñas criaturas eran solo la primera línea y que pronto llegarían los verdaderos pesos pesados.

El líder del gremio, viendo la llegada de los refuerzos, sintió un renovado vigor. Sus movimientos se hicieron más rápidos y precisos, y su espada cortaba a los enemigos con una precisión mortal. "¡No nos rendiremos!", rugió mientras decapitaba a otro demonio verde.

Los hombres pájaro volaban en círculos sobre el campo de batalla, atacando con precisión letal. Sus lanzas brillaban bajo el sol mientras perforaban las filas enemigas. Los dragones, por su parte, rugían y escupían fuego, creando barreras ardientes que impedían el avance de los demonios.

De repente, un estruendo sacudió el campo de batalla. Desde el horizonte, emergieron gigantescas figuras, los pesos pesados que todos temían. Eran demonios colosales, armados con enormes hachas y martillos. Su presencia era suficiente para hacer temblar a los más valientes.

"¡Formad una línea defensiva!", ordenó el líder del gremio. "No dejéis que pasen". Los guerreros se agruparon, formando una barrera de escudos y lanzas. Los dragones y hombres pájaro redoblaron sus ataques, intentando debilitar a los colosos antes de que llegaran a la línea.

La batalla se intensificó aún más. El suelo temblaba bajo los pasos de los demonios gigantes, y el aire se llenó de gritos y rugidos. El líder del gremio luchaba con todas sus fuerzas, sabiendo que el destino de todos dependía de su resistencia. "¡Por el gremio, por la libertad!", gritó, inspirando a sus compañeros a seguir luchando sin rendirse.

Los demonios colosales avanzaban lentamente, pero con cada paso causaban devastación. Los guerreros del gremio, sin embargo, se mantenían firmes. Utilizaban su agilidad y trabajo en equipo para esquivar los ataques y contraatacar con precisión. Las lanzas y espadas encontraban sus blancos, y poco a poco, los gigantes comenzaron a caer.

Finalmente, tras lo que parecieron horas de batalla, el último de los demonios colosales cayó al suelo con un estruendo que resonó en todo el campo de batalla. Los guerreros, exhaustos pero victoriosos, levantaron sus armas en señal de triunfo. Habían ganado la batalla, pero sabían que la guerra aún no había terminado.

En el gran castillo, el rey observaba esta arremetida con mera diversión. Había atacado esta sección hace mucho tiempo y siempre era lo mismo: enviaba a sus feral imps y, después de que casi todos ellos fueran masacrados, mandaba a su verdadera caballería. "Manda a los demonios, eliminen a estas pequeñas alimañas antes de que se vuelvan más molestas". Uno de sus pequeños secuaces se movió lo más rápido posible para liberar las abominaciones del averno que tenían en su nave.

En el campo de batalla, las tropas de defensa por fin habían eliminado a todos los feral imps y goblins restantes.

"Señor, ya hemos terminado con el embate inicial", informó uno de los soldados.

Jadeando levemente, el líder del clan miró el campo de batalla. "Reúne a las tropas, sigamos el plan de Goblin Slayer".

"¿Realmente está seguro de seguir sus indicaciones?", preguntó el soldado, con cierta duda en su voz.