Capítulo 7: Estaría bien tener un hijo, ¿no crees?

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Desde que la maldición cayó sobre ellos, encontrar a Jiang Cheng y a Jin GuangYao separados es más difícil que hacer reír a Sandu ShengShou o ver a LianFang-Zun perdiendo los papeles. Por suerte o por desgracia, para todo hay una primera vez. Desde el punto de vista de algunos —los ya desquiciados sirvientes que se las ven y se las desean para ir limpiando los múltiples desastres que está generando toda esta situación— no es algo necesariamente malo. Dos niños medio enfurruñados y separados dan menos guerra que dos niños juntos e hiperactivos que no paran de correr por los pasillos con el calzado embarrado y húmedo por haber estado jugando en el estanque. Es decir, menos suelos que fregar; más de uno se alegra por ello. Sin embargo, para Jin Ling y los dos venerables esto genera una problemática. Otra de tantas.

Larga historia en versión corta: los pequeñajos se han peleado por una tontería. Algo tan estúpido como que al pequeño A-Cheng no le ha gustado un bollo de verduras que el pequeño A-Yao insistió en el desayuno para que se comiera. Esto, cómo no, acabó con Jiang Cheng montando una pataleta y empeorando la situación que ya arrastraban los "adultos responsables" desde el día anterior.

Y ni adultos responsables ni abanicos de colores. Cualquiera que esté al tanto de las novedades en el mundo del cultivo puede jurar que jamás se ha oído a Nie HuaiSang gritar y regañar a nadie como a los dos venerables que tiene por estúpido hermano y estúpido cuñado. Sí... el niégalo todo no se ha tomado nada bien lo de encontrárselos en la biblioteca, más enfocados en sus deberes maritales que en la investigación que les ocupa si quieren devolver a los dos pequeños a su estado original y quitarse de encima todos los dolores de cabeza que están sufriendo estos aciagos días. Ante semejante bronca —y también por la vergüenza, no nos engañemos, y porque un poco de razón Nie HuaiSang sí que tiene, el exhibicionismo está mal, aunque sea involuntario, y más si corren el riesgo de encontrarse con dos menores en cualquier momento— Nie MingJue y Lan XiChen no han podido hacer nada más que agachar las orejas, asentir ante las cuatro voces que les han pegado y aceptar el inapelable veredicto que ha salido de todo esto. A partir de ahora, las investigaciones en la biblioteca las harán separados, en horas o incluso en días distintos. Sí, sí, como adolescentes. Llegados a este punto Nie HuaiSang se fía más de Jin Ling, el chaval que dejó a un niño colgando en un árbol, que de su hermano y su cuñado. Y como resulta que es el más sensato de todo este circo, al resto no les queda otra que hacerle caso. Mientras tanto, los dos niños todavía se ríen por lo bajini por las cosas bochornosas y ridículas que hacen los adultos. Eso hasta que se pelean, claro, y entonces dejan de hablarse.

Peor incluso. Al pequeño Jiang Cheng le ha desagradado tanto el bollo de verduras cocidas —Lan XiChen ahora está un poco triste, era de Gusu— que se lo ha tirado al pequeño Jin GuangYao. Como este Jin GuangYao no se anda con tonterías, le ha respondido, por supuesto. Y así es como, ante la atónita mirada de Jin Ling, Nie HuaiSang y los dos venerables, los dos niños malditos empiezan una pelea de comida en condiciones. Vuela el arroz, vuelan las gachas y vuelan los postres de todo tipo. Al lado de su jiujiu, Jin RuLan traga saliva, pálido cuando ve un puñado de gachas de arroz estrellarse contra uno de los carísimos tapices que decoran el comedor. Los sirvientes lo matarán... y después lo hará su xiao shushu, si es que algún día recupera su forma original.

-¡Yao-gege es un tonto! -grita el pequeño Jiang Cheng, con la carita manchada de sopa.

-¡Tú sí que eres tonto!

-¡Pues tú más! ¡Ya no quiero jugar contigo! ¡Ahora prefiero a XiXi-gege!

Los ojos del pequeño Jin GuangYao se abren como platos ante esa pequeña gran puñalada, y si no estuvieran ya acostumbrados a sus dinámicas Jin Ling hasta diría que está a punto de llorar. La cosa empeora sin remedio cuando Jiang Cheng se levanta de su asiento, se baja de un salto al suelo y corre todo lo que le permiten sus cortas piernecitas para lanzarse en un placaje contra el pecho de ZeWu-Jun, cuyas prístinas túnicas blancas quedan hechas un desastre en cuestión de segundos. Lan XiChen intenta sonreírle a Jin GuangYao, e intenta disculparse con esa sonrisa, pero la mirada fulminante del niño le hace tragar saliva. Por mucho que quiera a A-Yao y que sea su mejor amigo a veces le resulta... aterrador.

Childish [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora