Hacía frío. La nieve crujía bajo los cascos de los caballos que avanzaban por la vieja carretera de aquél inhóspito lugar. Parecía que al fin del mundo no había llegado la tecnología. Pronto llegaron al pueblo al pie de la montaña, el final de un viaje de más de tres meses. Las casas eran de piedra, las chimeneas crepitaban y lanzaban al aire el inconfundible aroma de la madera quemada mientras las gentes del pueblo se arremolinaban ante los recién llegados y los miraban con caras de pocos amigos. Quizás no estaban acostumbrados a los viajeros. Quizás, lo que llenaba de reticencia sus miradas, eran sus ropas negras. Sea como fuere, estaba claro que no eran bienvenidos.
El grupo seguía avanzando hacia el centro del pueblo mientras la nieve seguía cayendo. Era una docena de soldados negros, miembros del ejército imperial. Sus rostros no estaban a la vista debido a los ropajes para cubrirse del frío perenne de aquellas tierras, pero la gente del pueblo sabía a qué habían ido. Muchos otros ya lo habían intentado, pero jamás serían capaces de localizarle.
Los soldados llegaron a la plaza del pueblo, de dónde salían todos los caminos. Se bajaron de sus caballos y los engancharon a los comederos de la posada. El posadero les ofreció cobijo, pero uno de ellos comenzó a dar vueltas por la plaza, buscando algo, hasta que se paró en los pequeños carteles de madera que señalaban las distintas partes del pueblo.
- Volved a los caballos. - ordenó su voz. La gente del pueblo se sorprendió al descubrir que era una voz femenina. - Es por aquí. - Dijo ella mientras tocaba una señal tallada en el letrero que indicaba el camino a recorrer hacia la cima de la montaña, un antiguo abanico de papel. - Es su señal.
- Vamos, Ana. Déjanos descansar un poco. - pidió uno de los soldados. -
- Llevamos demasiado tiempo esperando encontrarle, no voy a permitir que nadie de este pueblo pueda avisarle y se nos escape en nuestras narices. Descansaremos cuando hayamos cumplido nuestra misión. - replicó la líder. - ¡A los caballos!
- Disculpe, señora. - El alcalde del pueblo se adelantó hacia ellos. - Pronto caerá la noche y parecéis cansados. En la cima de la montaña sólo hay un pequeño templo en ruinas, no encontraréis nada más. Por el contrario, podéis descansar en la posada y explorar las ruinas por la mañana. Cuánto más subáis, peor será la tormenta y el frío de estas tierras de noche no es apto para forasteros.
La líder de los soldados se acercó lentamente hacia el alcalde mientras los otros volvían a sus cabalgaduras. El miedo se reflejaba claramente en los ojos grises del alcalde, lo único de su aspecto que quedaba al descubierto entre sus ropas.
- Puede intentar convencerme, alcalde. Durante toda mi vida me han preparado para este momento. Desde que cayó la Ciudad Esmeralda, el único anhelo de nuestro Señor ha sido encontrarle. Su símbolo, el símbolo de su familia está tallado en ese letrero. Si Kaitsja Uchiha se esconde en esa montaña, el mal caerá sobre estas tierras yermas. - El alcalde y todo el pueblo se estremecieron. - Espero que pase buena noche. - Dijo misteriosamente mientras volvía a su caballo. -
A su orden, el pequeño grupo de soldados tomó el camino hacia la cima de la montaña mientras las gentes del pueblo susurraban con el miedo en sus almas. Tal y como había prometido el alcalde, las condiciones se hacían más duras a cada paso. El frío les atenazaba cada parte del cuerpo, pero no podía rendirse. No cuando lo tenía tan cerca. Sabía que estaba ahí, podía sentirlo. Tantos años de entrenamiento, de búsqueda, por fin darían sus frutos. Cuando tuviera delante a Kaitsja Uchiha podría cumplir el único propósito que había tenido hasta ahora.
Al final, tras lo que fueron sin dudas las horas más largas de su vida, el grupo de soldados encabezados por Ana llegó a un llano dónde se erguía una pequeña casa de piedra. El fuego crepitaba, cómo en todas las casas del pueblo y el olor a comida salía flotando desde el interior. En la puerta, sentado en un pequeño porche, había alguien. Un hombre, demasiado anciano para seguir con vida.
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Las Crónicas de Kaitsja.
FanfictionKaitsja Uchiha es un jóven ninja del país del fuego con una carga sobre sus hombros más antigua que el propio mundo. En sus viajes, explorará diversos mundos, aprenderá sus poderes y acabará decidiendo el destino del Multiverso. Muchos milenios des...