Capítulo 6: Primer Punto Muerto

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El silencio era lo que imperaba en aquel salón mientras los doce y el anciano almorzaban. Ana parecía comer por inercia, aunque se veía claramente que su mente no se encontraba en el mismo lugar que su cuerpo. Ichizoku no le quitaba la vista de encima, preocupado por su comandante. El resto del equipo notaba la tensión que acumulaban sus superiores y sus amigos. El anciano, que parecía ajeno a todo lo que estaba pasando a su alrededor, comía tranquilamente, tan a gusto con la situación si estaban en silencio o si, por el contrario, había una animada charla.

Habían terminado de comer, el anciano ya había salido a su sitio habitual fuera de la casa mientras los doce iban saliendo poco a poco, excepto Ana e Ichizoku. Ella, absorta aún en sus pensamientos, no se había dado cuenta que los demás habían salido. Él, con clara preocupación en su rostro, seguía mirándola fijamente, como intentando sacarla de ese mundo revolucionado que sería la cabeza de su Comandante, la persona a la que seguiría hasta las puertas del mismo infierno y la que había sido siempre su mejor amiga.

- Ana. – se atrevió por fin a hablar Ichizoku, aunque Ana seguía inmersa en sus pensamientos. - ¡Ana! – insistió.-

- ¡¿Qué?! – dijo ella exaltada. –

- Sabes que puedes confiar en mí cualquier cosa, ¿verdad?

- Claro que sí. ¿A qué viene esto?

- Llevas toda la mañana en otro sitio.

- Siento si te he preocupado. Tengo muchas ideas en la cabeza que no consigo ordenar, pero todo está bien. ¿Dónde están todos? – dijo al darse cuenta que los demás no estaban allí. –

- Ya están todos fuera, preparados para un nuevo recuerdo. – dijo Ichizoku con una voz más apagada. –

- ¿Qué ocurre Ichizoku? Tú eres el emocionalmente estable del grupo, por eso eres mi mano derecha. – dijo con sorna Ana, intentando sacar a Ichizoku también de sus malos pensamientos. –

- ¿Sólo por eso soy tu mano derecha? – dijo Ichizoku algo molesto. –

- ¡jajajaja! Ya sabes que no, idiota. Eres el más leal y fiero compañero que nadie podría desear, el mejor estratega y el de mente más fría. Tú merecías ser Comandante más que yo.

- No digas bobadas, Ana. Tú tienes algo que yo jamás tendré. Sabes conseguir que los demás te sigan a donde haga falta. Por eso tú eres la Comandante y yo el Capitán.

- Somos la pareja perfecta, ¿no? – dijo Ana sonriendo, a lo que Ichizoku se dio la vuelta, ligeramente sonrojado. –

- Sí, supongo que sí. Vamos jefa, nos están esperando para empezar. – Ichizoku se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta. -

- Ichizoku. – dijo Ana mientras su amigo se volvía hacia ella. – estaré alerta de forma permanente. Si esto te da tan mala espina, confiaré en tu intuición. Vamos.

Ana e Ichizoku salieron fuera mientras los demás ya estaban sentados, esperándolos.

- ¿Dónde estabais? – Preguntó Menma. –

- No todos podemos igualar la velocidad de Chobee comiendo, Menma. – dijo Ichizoku. –

- ¿Qué he hecho yo para que siempre te metas conmigo, Ichizoku? – Preguntó Chobee con voz temblorosa. –

- Ya lo sabes, Chobee. Eres un guerrero formidable, pero eres demasiado asustadizo. Debes forjar tu carácter y confiar en ti mismo. – Dijo Ichizoku mientras se inclinaba hacia su compañero y este, a pesar de su corpulento cuerpo, se encogía.- Y tampoco te vendría mal hacer un poco de dieta. – Ante esto todos se quedaron petrificados. -

Las Crónicas de Kaitsja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora