Escenario Rindou Haitani +18

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[Rindou Haitani]

Mi día en el salon de belleza donde trabajaba constaba en agendar citas, cerrar caja, lidiar con clientes dificiles y algunos empleados que por uno u otro motivo no podían presentarse a sus citas y luego yo debía volver a programar las malditas citas una y otra vez, día tras día ya fuese culpa de uno de nuestros estilistas o culpa de algún cliente yo debía solucionarlo e intentar encontrar un espacio donde encajara en medio de nuestra apretada agenda y justo eso sucedió aquel viernes a las 7:35 pm cuando ya estábamos cerrando la caja y llego una de nuestras peculiares clientas dificiles "Himeki Yūa" que como de costumbre se negaba ir a sus citas si su ocupado y flamante "novio" no la acompañaba a nuestro negocio ¿acaso iba a algún lugar sin él? Siempre me tocaba reacomodar citas y pasar de un día a otro que si no fuese porque el señor Haitani daba algunos bonos extras además de una increíble propina jamas la hubiesemos vuelto a entender después de la primera vez.

Como supondrán después de un día tan largo de trabajo mi equipo y yo estábamos totalmente exhaustos pero ¿como le puedes negar el servicio al dueño de Roppongi? Dos estilistas y yo nos quedamos en aquel local para atender a la señorita Yūa la cual deseaba cabello, uñas y maquillaje todo antes de la media noche porque a esa hora Rin Rin tenía una fiesta importante a la cual la llevaría y al ella negarse a venir sin él no tuvo más opción que dejar todo de lado para venir con ella. A esta altura no sabía quien tenia peor humor ¿él o yo?

Mientras ambos esperábamos en la recepción a que su princesa terminara yo me encargaba de terminar el cierre de caja y él hablaba por teléfono de manera algo escandalosa, estaba furioso porqué no podía estar ahí para supervisar uno de sus clubes.

-¿Acaso crees que ese es mi puto problema? -Dijo en voz alta mientras le daba una calada a su tercer cigarrillo- ¡¿Como que el puto drogadicto no ha llegado?! Tsk le dije que yo no podía estar ahí, ya sabes que la idiota de Yūa odia salir si no tiene un maldito perro faldero atrás de ella -No pude evitar soltar una risita ante eso y al parecer él lo noto pues sentí su penetrante mirada sobre mi unos cuantos segundos- como sea, me ocuparé así que resuélvelo tú al menos hasta que yo te llame de regreso.

Al verlo colgar yo tosí un poco para llamar su atención mientras señalaba a su cigarrillo y luego a un letrero que decía que estaba prohibido fumar, Haitani al ver eso solo se encogió de hombros y me regalo una sonrisa.

-Vamos muñeca solo estamos tu y yo nadie se enterara de esto si tienes esa hermosa boquita cerrada.

-Llevas tres cigarrillos en menos de media hora, si yo no te detengo tus pulmones lo harán tarde o temprano.

Al ver mi expresión sería simplemente chasqueó su lengua y le dio una última calada a su cigarrillo antes de apagarlo contra su carísimo encendedor de plata y pedrería.

-¿Bueno hay algo más que no pueda hacer aquí?

Yo lo pensé un poco y levante mis dedos para contar las cinco reglas que regían el lugar.

-No se fuma, no mascotas, no se come aquí, no se permiten bebidas alcohólicas y no fiamos.

Una sonrisa de satisfacción decoro su rostro mientras llevaba una mano a su corbata para soltarla un poco.

-Bueno, no son tantas pero creo que puedo cumplir alguna y romper otra ¿verdad?

Una nueva llamada entro a su teléfono y con algo de disgusto contestó ¿por que hablaba tan alto?

-No te preocupes, después de la fiesta estaré libre ¿oh de verdad? No jodas maldito Sanzu ¿por que no se le confiesa y ya maldito idiota? -Se acerco a mi escritorio mientras tomaba una de mis notas pegadizas y con uno de mis lapiceros escribió algo para luego guardarlo en su bolsillo- Bien, nos vemos ahí, no bebas mucho Ran.

Saudade - Tokyo Revengers [Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora