IV - Las duchas

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Habían pasado unos días cuando finalmente permitieron que el círculo interno y los de alto rango pudieran ducharse, durando este media hora. Algo que a partir de ahora sería todos los días, al igual que con la comida, dos veces al día, siendo el almuerzo comido en las celdas y la cena en el comedor conjunto al que iban todos los módulos. Claro que los de bajo rango seguían teniendo privilegios, como salidas al patio, comidas más grandes y con mejor calidad, agua purificada, mientras que el resto tenía que tomarla con impurezas y muchas bacterias. Con el sistema inmunológico débil debido a la mala alimentación prolongada, no fue de extrañar que varios mortífagos cayeran enfermos con rapidez.

Cuando avisaron que ya dió la hora de que entren a ducharse, Severus se dispuso a levantar a un Harry que rengueaba; quien esos días había estado luchando entre la consciencia y la inconsciencia, ganando mayoritariamente la segunda, pero teniendo algunos reflejos de claridad, donde lo único que hacía era llorar por todo el dolor de su cuerpo y por lo que le había pasado, además de alejar el toque de todos. Fue extraño y muy sospechoso cuando los guardias empezaron a darle pociones curativas a Severus para que se las dé al menor. Estas tenían una calidad pésima, pero eran mejor que nada. También lo fue cuando decidieron mejorar las duchas y comidas. Severus y Rabastán presentían que se venía algo grande, pues no estarían mejorando en cuanto a la comida y duchas de no ser por una razón específica; mucho menos ayudar en la recuperación de Potter, que cada día estaba más lúcido, y cuando no lo estaba sufría de pesadillas y alucinaciones que parecían ser sobre más que sólo su estancia traumática con los guardias. A veces incluso se le podía escuchar murmurar palabras incoherentes y extrañas; algo sobre su 'tío', a veces 'Dumbledore' y otras sus 'amigos'. Ocasionalmente se oían gritos desesperados y seguidos de forma rápida que parecían formular varios "No" y "Por favor". Sus manos parecían en constante movimiento, y no por voluntad propia, sino que temblaban constantemente. Severus estaba seguro de que se trataba de un desgarre en los músculos lo que hacía que le temblaran. Si no estaba mirándolas, solía tenerlas al rededor de sus piernas y colocarse en posición fetal durante las alucinaciones o luego de una pesadilla, además de cuando se asustaba, lo cual pasaba muy seguido, mientras se balanceaba de un lado a otro. El movimiento parecía doler, pero era la única forma de protegerse de los fantasmas que parecían perseguirlo y atacar en los peores momentos. Lograr que durmiera era difícil, y Severus era el único que lo lograba a menos de que Harry se hubiese desmayado. Estaba en constante alerta y no dejaba que nadie lo tocase, a excepción de su compañero de celda, con quien parecía haber ganado una especie de confianza luego de notar que se preocupaba por él y no iba a lastimarlo; seguía odiando el hecho de que necesitaba ayuda para todo, incluso comer, pero parecía haberlo semi aceptado con el paso de los días.

Luego de que los guardias abrieran las celdas, Rabastán y, sorprendentemente, Fenrir, se dispusieron a ayudar a Severus a llevar a el menor a las duchas, siendo "escoltados" por el resto de los Lestrange y varios mortífagos de alto rango o que eran parte del círculo interno.

Una vez en las duchas, Severus desnuda a Harry mientras Rabastán sostiene su delicado cuerpo y ambos proceden a bañarlo, incluso antes de bañarse a sí mismos. El toque suave de Severus pasando la esponja enjabonada y brusca contra la piel del menor crea un gran contraste en la mente desorientada y borrosa de Harry, quien no podría mantenerse de pie de no ser por la ayuda de Rabastán, quien, al igual que Severus, se aseguraba de tocar y mirar lo menos posible el cuerpo del más pequeño, pues no querían hacerlo sentir incómodo, o como si fueran a hacerle algo remotamente parecido a lo que hicieron los mal nacidos de los guardias.

Una vez que terminaron de ducharlo, Severus, con ayuda de Rabastán, le pusieron el uniforme, el cual habían lavado anteriormente a mano y ya había secado gracias a unos hechizos de secado automático que tenía el lugar, no sin antes haberle pasado una toalla al menor. Luego de eso lo sentaron en un banco que estaba en medio de las duchas, mientras Severus le explicaba que Rabastán y él estarían en las duchas de al lado bañándose. Harry, con la mente desorientada y apenas captando las palabras pronunciadas, asintió lentamente con la cabeza en señal de que estaba de acuerdo, y se quedó sentado mientras los dos mayores se metían a bañar.

Meilė AzkabaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora