XIX- El atentado

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Con un ruido estruendoso, las grandes puertas del banco de Gringotts fueron abiertas, y Albus Dumbledore entró en el lugar.

Lo que buscaba era simple, quería dinero para la causa, y ahí lo conseguiría.

Una charla rápida lo llevó con el goblin el cual tenía bajo su control, y no tardó en pedirle dinero.

— Vamos criatura estúpida, no tengo todo el día. — bufó con un desagrado intenso el hombre mayor.

Lastimosamente para él, no le iría muy bien, pues al bajar, hubo algo que no esperó.

Sí, sabía del artículo tonto que había sacado a la luz el Rey, pero no esperaba que fuera tan estricto. Frente a las bóvedas de todos los deudores se encontraban tanto goblins como guardas magos impidiendo el paso.

Intentó e intentó, pero no lo logró, y al final, furioso, Albus Dumbledore tuvo que marcharse del lugar, no sin antes ser obligado a pagar una cuota mensual que lo dejaría con apenas lo suficiente para lo mínimo.

Definitivamente, eso ameritaba una reunión especial.

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— ¡¿Cómo puede ser posible que no hayan logrado avances?! ¡No pueden ser tan inútiles! Tendremos que recurrir a otro plan. Llamaré a Rodrigo, necesitamos un buen sicario—.

— Pero ¿no es muy arriesgado?—.

— No te preocupes, este es el plan....

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El olor en la tienda, el placer que sintió al entrar en ella, fue fenomenal. Por supuesto, esa tienda de pociones no era como su arsenal, pero extrañaba adentrarse como cuando era un crío.

La verdad era que Severus estaba teniendo un día fantástico. Sus parejas eran fenomenales, los tres se amaban con locura, su familia lo apoyaba, su trabajo iba de maravilla, todo era sensacional.

Claro, hasta que se encontró con ellos.

James y Lily Potter, Molly y Arthur Weasley junto con Hermione Granger, se cruzaron con él, y decidieron arruinar su perfectamente imperfecto día.

— Miren, ahí va el pobretón que se hace pasar por príncipe. — exclamó de forma despectiva Lily, riendo junto al resto— Un maldito pobre levantado con plata—.

Doce segundos pasaron siendo ignorados, hasta que tocaron un nervio en Severus cuando decidieron hablar de sus parejas.

— Por favor, seamos realistas, incluso con lo mal partido que eres, debes admitir que sólo estás con esas escorias por lástima. Quiero decir, son mierda en nuestros zapatos, al igual que tú, jamás podrían quererse sin estar juntos por conveniencia ni por lastima—.

— Miren estúpidos, ustedes no son nadie para hablar, puede que hace unos meses estuviéramos en una pésima situación, pero ¿Adivinen qué? Ahora la situación se dio vuelta y los esclavos son ustedes, con deudas por doquier, no son nada ni nadie; sin embargo aquí me tienen gastando mi valioso tiempo y mi preciosa saliva en seres con un diminuto cerebro que no sirve para nada — comentó destrozándolos y tratando de mantener el control tanto de su boca como de su magia.

Enojada, Lily, que era la que más sabía de él, respondió:

— Cállate mestizo de mierda, tu padre era un muggle borracho, no tienes derecho a hablarnos así. Aprende tu lugar. — casi que hizo una pataleta.

Meilė AzkabaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora