Capítulo XVII: Lo que el bosque oculta

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◦❥Lilibeth❥◦

Siento un tirón extraño en el cabello, seguido de un molesto "¡Mee, mee!" que se clava en mis oídos. Abro los ojos de golpe, desorientada, mientras intento reconocer en donde me encuentro.

Con los dedos toco mis mechones desordenados y noto una sustancia pegajosa adherida. Justo cuando estoy procesando esto, un nuevo "¡Mee, mee!" suena cerca. Me giro sobresaltada y, al ver de dónde proviene, un fuerte grito sale de mi garganta.

Intento levantarme rápidamente para escapar del animal, pero algo me lo impide: caigo sobre un cuerpo a mi lado, y los quejidos de Ashton me devuelven al momento, recordándome que estamos en el granero en el que pasamos la noche resguardándonos de la lluvia.

—¿Qué ocurre? —pregunta, somnoliento y un poco aturdido por mi repentino ataque de pánico.

Estoy tendida encima de él, mi abdomen aplastando su cadera, y en ese instante noto un bulto duro debajo de mí. Me congelo, sorprendida y furiosa por su reacción. 

Intento levantarme de inmediato, pero él me sujeta de la cintura, sosteniéndome en su abrazo. Con un movimiento brusco, logro apartarme de su toque.

—¡Eres un pervertido! —le grito cuando logro ponerme de pie.

Ashton, desde el suelo, me mira confundido. Baja la vista hacia su pantalón, donde un evidente bulto traiciona cualquier excusa. Su rostro cambia al comprender lo que está pasando, y lejos de avergonzarse, se sienta con una sonrisa burlona.

—Bueno, a mi amigo le encanta despertarse con tus gritos en la mañana —responde con sorna, divirtiéndose a mi costa.

Antes de que pueda lanzarle un comentario mordaz, el "mee, mee" de la cabra vuelve a resonar, recordándome por qué intentaba escapar en primer lugar. 

Ashton se levanta con calma, sacudiéndose la paja pegada en la ropa y desperezándose, mientras yo busco mi teléfono para comprobar si hay señal. Pero no hay suerte. Todavía no puedo enviarle un mensaje a Megan para decirle que estoy bien.

—¿Podemos irnos ya? No quiero seguir en este lugar... y menos contigo. 

Dándole la espalda comienzo a caminar en busca de señal fuera del establo. Observo a mi alrededor, intentando recordar el camino de regreso a la cabaña.

El sol brilla intensamente, obligándome a entrecerrar los ojos. Las últimas veinticuatro horas han sido agotadoras, y solo pienso en una ducha caliente y en la suavidad de mi cama.

El aire de la mañana es más frío de lo que imaginaba, así que me abrocho el abrigo y escondo las manos en los bolsillos para mantenerlas calientes.

Regresamos por un estrecho sendero. Después de un largo silencio y con la nariz ya entumecida por el frío, finalmente vislumbro la cabaña en medio del paisaje. Abro la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido para no despertar a nadie.

El ambiente está tranquilo y silencioso. Ashton entra detrás de mí, cierra la puerta y se quita el abrigo. Yo hago lo mismo y cuelgo el mío en el perchero frente al espejo rústico.

Al verme reflejada, me doy cuenta de mi estado: mi cabello alborotado y apuntando en todas direcciones, probablemente por la cabra que lo confundió con paja, pero lo peor es la suciedad en mi rostro y mi ropa.

—¡Oh, Dios mío, Lilibeth! Casi me matas del susto —Megan aparece de repente desde el pasillo—. Pensé que te habían comido los osos —admite envolviéndome en un abrazo. 

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⏰ Última actualización: 17 hours ago ⏰

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