Atanas Kilov es un empresario, líder de la ciudad que tiene a todos bajo sus pies. En secreto, es un vampiro que se mueve en el bajo mundo de la mafia y los clubes nocturnos.
Nadie lo somete, al menos nadie lo hacía hasta que llegó ella.
Un encuentr...
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Atanas.
El vaso de bourbon se movía inquieto en mi mano, estaba alterado. La música apenas si me dejaba oír mis propios pensamientos.
Había pasado apenas un día desde lo de la oficina. Seguía molesto. Mis dientes se apretaban cada vez que recordaba como ella había visto a mi socio.
Esa sonrisa, esos ojos miel tan resplandecientes.
Eran solo míos.
No resistía la agonía que esa chica me provocaba. El sabor de su excitación se quedó impregnado en mi boca, después de tocarla lamí una y otra vez mis dedos, quería que aquel momento se volviera eterno.
— ¿Y si vamos a bailar con poco?— mi rubio amigo había estado intentado distraerme desde aquello. Él sabía lo loco que me estaba volviendo Hada, no debía fingir con él.
Había insistido en venir a uno de mis clubes, para comer un poco.
Asentí a su propuesta.
No me emocionaba bailar pero aquello no era solo eso, era un truco para atrapar una víctima.
Deje mi vaso en la pequeña mesa de nuestro cubículo. Nos levantamos y bajamos las escaleras hasta donde la mayoría de gente estaba bebiendo y bailando. Nos escabullimos entre los cuerpos sudorosos, estaban demasiado concentrados en sentir la música y el alcohol en sus cuerpos que ni siquiera se molestaron en prestarnos atención.
Mark eligió a una chica de vestido rojo intenso, se movía de forma seductora, atrapaba la atención de más de uno.
— ¿Te gustaría ir a la zona VIP, belleza?— mi amigo le cuestiono y ella sonriente asintió. Tomo su mano y la llevo por donde vinimos.
Fue fácil.
No es que en algún momento alguien nos haya dicho que no, ni hombre ni mujeres se resistían.
La guiamos con nosotros hasta la zona de arriba, al mismo cubículo donde antes había estado reflexionando.
—Y dime, ¿cómo te llamas?— una conversación que no me interesaba en lo absoluto se comenzó a llevar a cabo entre la chica y mi amigo. Mi amigo tenía una extraña obsesión con hablar con nuestras víctimas, por alguna razón, eso lo hacía sentir menos culpable.
Tome mi vaso con bourbon, di un casto trago antes de escuchar un pequeño grito proveniente de mi lado derecho.
—Para— suplico la chica pelos castaños claros, cuyo nombre ni siquiera me había interesado en escuchar.
—Tranquila, no te va a pasar nada. —Mark acaricio su cabello con el propósito de calmarla. Eso era lo más difícil, se mostraban sometidos al inicio pero a muchos los invadía el pánico, todo iba mejor cuando se desmayaban. La chica cedió y apoyo la cabeza en el respaldo de sofá. — ¿Tú no vas comer, señor gruñón?