You'll Be Mine Forever [+18] [Español]

Capítulo 8.

Estaba nerviosa.

Me pose frente a la puerta de cristal del lugar y junte los pies antes de darme valor para entrar. Siempre había sido una chica comprometida con sus estudios, y aunque mi mayor hobby siempre habían sido las decoraciones, en lo más profundo de mi corazón siempre había existido el deseo de estudiar artes.

Específicamente, pintura y dibujo.

Mi madre me había comprado un cuaderno para dibujo cuando inicie mi primer semestre en la universidad. Recuerdo que lo llevaba todos los días, y en los espacios entre clases me sentaba en el jardín y elegía un objeto al azar.

Tenía bocetos de flores, insectos, personas, edificios e incluso nubes. Mi madre siguió comprándome libretas para que pudiera seguir dibujando.

Desde que había llegado ahí, no había tocado nada de mis materiales. Pero pronto cambiaría eso.

Entre al lugar con la emoción en la piel. Me topé con una pequeña ventanilla, del otro lado había una chica más joven que yo. Estaba distraída leyendo un libro enorme, del cual no reconocí la portada. Toque el vidrio que nos dividía y al instante la chica salto asustada, provocando que el grueso marco negro de sus lentes cayera sobre las hojas de su lectura. Volteo a verme con cautela y sonrió apenada antes de devolver sus anteojos al puente de su nariz.

—Disculpa qué te haya asustado. —Negó con la cabeza.

—No te preocupes, se supone que debo estar atenta a quien llega. —Sonreí.

— ¿Qué tal la lectura?— un escandaloso rubor se posó en sus mejillas. —No necesitas darme detalles, solo di bien o mal— intente tranquilizarla.

— ¿Cómo calificarías una escena de sexo en un auto?— fue mi turno para ruborizarme.

—Demasiada información. —Me reí nerviosa. —Soy Hada, vengo a inscribirme.

— ¡Oh claro!— contestó animada. —Hada Moore, pasa y la segunda a la derecha puerta encontrarás a tu profesora. —Señalo el portal de paredes multicolor a un lado de su lugar. —Ella te dará el tour y el contrato de inscripción.

Agradecí y en seguida cruce la entrada para dirigirme al pasillo derecho. El lugar estaba muy bien cuidado, las paredes mostraban una variedad de colores que simulaban diferentes elementos con suaves y poco definidas pinceladas. Desde rojos y marrones qué emulaban una bailarina de flamenco hasta anaranjados y negros en los que se ocultaba un feroz leopardo mientras que el piso era de un neutro azulejo negro sólido.

Mis ojos se pasearon más allá de donde la luz alcanzaba a iluminar para apreciar cada pequeña y simple obra de arte que mostraban las paredes. Había tanto detalle en algo tan simple como puede ser un pasillo qué estaba fascinada con todas las posibles enseñanzas qué me esperaban dentro de las aulas, donde se supone que el verdadero arte nace.

Toque la puerta antes de girar la perilla y adentrarme en la habitación qué me había indicado la recepcionista.

—Pase— escuche desde el otro lado.