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T/N

Al amanecer todo era más claro, el sucio templo en el que había dormido parecía sacado de un cuento, pero debía irme pronto antes de que alguien me viera aquí y me reportaran.

Seguí el sendero que me llevaba de vuelta al pueblo que por la noche estaba desierto.

Mi maleta pesaba tanto, pero no sabía si era la carga de cosas o el cansancio ejerciendo presión sobre mis hombros.

Era un lugar pequeño, rústico y algo desolado, hasta ahora sólo había visto adultos mayores.

Incluso dudaba que hubiera un lugar donde hospedarse.

No puedo ni calcular cuánto tuve que caminar antes de encontrar una tienda con alguien que la atendiera, la gente de por aquí dejaba sus cosas afuera y los clientes se atendían solos.

- Buen día.- Saludé a un anciano que vendía vegetales.

- Buenos días, jovencita.

- Lamento molestarlo ¿Tiene idea de si hay un hotel por aquí?

- Mmmmm... No lo creo muchacha, no hay mucho turismo por la zona.

- Entiendo.

- Pero la señora Yuri renta habitaciones. Es lo más cercano que podrás encontrar.

- ¿Me facilitaría su dirección por favor?

- Sí, es dos calles abajo, en una casa blanca con rosales en el jardín.

- Se lo agradezco tanto.- Dije aliviada, corriendo en aquella dirección.

Encontré la casa rápidamente y al tocar el timbre fue un chico quien abrió la puerta.

- ¿En qué puedo ayudarla?

- Busco a la señora Yuri, por los cuartos que renta.

- Ya se los dijimos mil veces a los del ayuntamiento, tenemos permisos.- Dijo en tono molesto.

- No soy del ayuntamiento...- Dije nerviosa.- Soy enfermera... Quiero rentar un cuarto.

Su expresión cambió entonces.

Abrió la puerta completamente, permitiéndome ver la intravenosa que llevaba consigo.

- Mi madre no está, pero yo le puedo mostrar los cuartos, me llamo Haru.

- De acuerdo.- Dije sonriente.- Es un placer, soy T/N.

Me dejó pasar y me mostró las áreas comunes de la vivienda.

- Es una casa grande y costosa de mantener, pero mi madre no quiere deshacerse de ella así que renta las habitaciones, por ahora sólo tenemos dos inquilinos, un par de adultos mayores que sus hijos no quisieron llevar con ellos a la ciudad, los dejaron aquí.- Dijo con desdén.

- Es verdad que hasta ahora eres la primera persona joven que veo por aquí.

- Los jóvenes se van y hacen sus vidas, dejando a sus padres, algunos permanecen en su hogar, otros ya no pueden mantener sus casas, los llevan a asilos o en el caso de Mani y Sasha, les rentan un cuarto en la casa de la vecina.

- Ya veo.- Dije un poco incómoda, se veía que a él le molestaba bastante ese hecho.- y sobre los cuartos... ¿Cuánto piden? Aún tengo que buscar un empleo así que no puedo permitirme un gasto muy fuerte por ahora.

Haru me llevó arriba y me guió por un largo pasillo.

- Esta es la habitación más económica, el costo de la renta ya incluye los servicios, sólo debes encargarte de tu propia comida y la limpieza de tu espacio.

Era una recámara de 3×3 con una cama individual, un tocador y un armario.

Haru me dijo el precio y aunque seguía siendo más de lo que tenía pensado, sabía que en un poblado tan pequeño era una suerte encontrar un lugar tan decente, era una linda casa, muy limpia y bien iluminada.

Bajamos a la sala para discutirlo y por el camino conocí a Maní y Sasha, dos viejitos de lo más adorables.

Mientras estaba en la sala con Haru la señora Yuri llegó.

- Estoy en casa.- Anunció mientras dejaba sus zapatos en el genkan y colgaba su abrigo en el perchero.

- Bienvenida madre, tenemos visitas.

La mujer se giró y puso una expresión de asombro al verme.

- Pero qué joven eres.- Dijo acercándose, ella tampoco era muy mayor, la más joven hasta ahora, después de Haru.- Es tu novia? Haru Kun.

Él se sonrojó.

- No, ella quiere rentar aquí.

- Es un placer, señora, acabo de llegar al pueblo, su hijo me mostró la residencia en su ausencia.

- Ay, pero que alegría, una inquilina con sus propios dientes.- Sonrió.

Luego de admirar mi dentadura completa me habló del reglamento de su casa y los aspectos que debía conocer antes de rentar.

No tuve ninguna objeción y gustosa firmé el contrato, con la promesa de marcharme si no encontraba un trabajo en una semana.

Fue arriesgado de mi parte pero no podía quedarme en la calle para siempre.

Sin embargo la búsqueda de trabajo no era muy fructífera, no había nada en este lugar.

- Oye.- Me llamó Haru mientras yo estaba sentada en la sala, buscando empleos por internet.

- ¿Qué sucede?

- Acabo de recordarlo, dijiste que eras enfermera ¿No?

- Sí, lo soy.

- En la clínica tienen escacez, contratarían a cualquiera.

- ¿Cómo sabes eso?

- No llevo una intravenosa a todos lados por gusto ¿Sabes?

- Lo siento, supongo que pasas un tiempo ahí.

Él se encogió de hombros.

- Deberías ir a preguntar.

Tal y como Haru me dijo, estaban tan desesperados por personal que me contrataron de inmediato, por no decir que me rogaron trabajar para ellos apenas puse un pie dentro.

Comenzar de nuevo no estaba siendo tan difícil hasta ahora.

Pero no dejaba de pensar en Fuyumi y en si me estaba buscando.

Esperaba que no, lo mejor para ella sería estar lejos.

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No mancheeeeen, se me olvidó actualizar el viernes y ustedes no me lo recuerdaaaaaaan.

Dame PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora