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T/N

A la noche siguiente, salí del hospital a las 8:30 en punto para encontrarme con Fuyumi. Estaba algo nerviosa, sin saber por qué.

Ella estaba afuera sentada en un banco, mirando su teléfono.

Me acerqué a ella y levantó la vista.

- Que puntual eres.- señalé.- ¿llegaste hace mucho?

- no, descuida, acabo de llegar.- Dijo ella.

- Bueno, vamos.- le dije.- Mi coche está por allá.

Fuimos hacia mi automóvil y subimos a él.

- Espero que tengas mucha hambre.- Le dije.- Porque la comida es tan deliciosa que no podrás parar de comer.

- Eso suena muy prometedor.

Conduje hacia el lugar, mientras conversábamos acerca de nuestros trabajos y cuando finalmente llegamos ella no dijo nada, tenía una expresión de sorpresa en el rostro.

- Es un puesto callejero.- dijo sorprendida.

La había traído al centro, al mejor puesto de takoyaki de todo japón.

- Ah...- Dije nerviosa.- tal vez debí llevarte a un restaurante más elegante, debí saber que tú crianza fue de más clase.- Me sentía muy avergonzada ¿Cómo no se me ocurrió pensarlo antes?

- ¿Bromeas?- Dijo ella con una gran sonrisa.- Hace mucho que no comía cosas así, creo que fue con mis compañeras de la secundaria y mi padre me encontró en mitad de sus patrullas, me reprendió.- rió.

- Bueno...- Dije entusiasmada.- Esta calle está llena de los mejores puestos que podrás encontrar, hay que recorrerla y podrás probar todo lo que desees.

Con una enorme sonrisa fuimos de puesto en puesto, probando toda clase de comida.

- Cielos, está delicioso, extrañaba estos sabores, no es lo mismo cuando los preparo en casa.- dijo mientras le daba un mordisco a su calamar asado.

- ¿Sabes preparar estas cosas?

- Sí, me gusta pasar tiempo en la cocina. Pero no se compara en nada.

- Seguramente lo haces delicioso.- Dije.

Ella casi escupe el trago que le estaba dando a su bebida.

Estalló en risas.

- ¿Qué pasa?- Pregunté con inocencia.

- Lo siento, en verdad.- Dijo ella sin parar de reir.- Es que lo mal pensé.

Mi cara enrojeció al darme cuenta de lo que había dicho.

- Me refería a cocinar.- Me excusé con nerviosismo.

- Lo sé, tranquila.- Dijo ella ya más calmada.- Puedo invitarte a cenar en casa cuando quieras, sería un placer compartir mi comida contigo.

- ¿En serio?- Pregunté asombrada.- ¿Está permitido? Quiero decir, es la casa de Endeavor.

- También es mi casa.- Respondió orgullosa.- Puedo llevar visitas, descuida.

- Entonces iré con mucho gusto.

- Prepararé un festín de comida callejera para tí.

- No puedo esperar.

- Oh! Mira, ahí hay juegos de feria.- exclamó.- vamos a tirar dardos.

- Sí, vamos, a ver si logramos ganar algo.

Luego de asaltar los puestos de comida nos fuimos sobre los juegos de dardos, pesca y demás, conseguimos algunos premios baratos y nos divertimos tanto que no me di cuenta de cuando se hizo tarde.

- Vaya. Ya debería volver a casa.- Dijo mirando la hora.- Le dije a papá que saldría pero si vuelvo muy tarde se preocupará.

- ¿Quieres que te lleve?

- No quisiera molestar.- Dijo apenada.

- No es ninguna molestia, vamos, estarás ahí en un santiamén.

- bueno, gracias.

Volvimos al auto y ella subió al asiento del copiloto, me indicó como llegar y conduje hasta la residencia del mismísimo Endeavor.

- Ya estamos aquí.- Dijo.- Te lo agradezco nuevamente, me divertí mucho hoy.

- No es nada.- respondí con una sonrisa modesta.- Cuando quieras.

- Te escribiré para que vengas a cenar un día.- respondió.

- Estaré esperando.

La ví darse media vuelta y entrar a su casa y yo aceleré para regresar a la mía.

Mi corazón estaba latiendo muy rápido.

Fuyumi en verdad era muy bonita, inteligente y divertida.

Cuando llegué a casa estaba tarareando, sabía que no había sido una cita, no había manera, pero fue una linda salida de amigas.

Entré a mi casa, dejé mis cosas en la entrada y fui llena de alegría a darme un baño.

Me sentía tan feliz que no sabía ni lo que hacía y casi me cepillo los dientes con el shampoo.

Salí del baño envuelta en una nube de vapor y fui a vestirme.

Había un olor algo desagradable en mi habitación, inmediatamente supe lo que eso significaba.

- Me encantaría que dejaras de aparecerte en mi casa como si fuera tuya, Touya.- dije mirando al hombre sentado en mi cama.

- Sólo dime cómo está ella.

- Tu madre está en un excelente estado, muy feliz y activa, sobretodo en los últimos días. Natsuo y Fuyumi la siguen visitando con regularidad.

- Eso me satisface.- respondió él.- Pero creo que hay algo que no me estás diciendo.

- No sé de qué hablas.

- No te hagas la lista, tenemos un trato, tú me mantienes informado acerca de mi familia y yo no te mato.- Dijo con una sonrisa despreocupada.- Así que habla.

- Touya, si tanto deseas saber de tu familia, vuelve a ellos, tu madre merece saber que su hijo vive y la extraña.

- Eso no te incumbe, limitante a hacer lo que te pido, prometí no pedirte nada que lastime a nadie, así que dime ¿Que me falta por saber?

Suspiré con resignación.

- Fuyumi no ha estado del todo bien.- respondí.- Se siente presionada porque piensa que es su responsabilidad mantener unido algo que indudablemente está roto.

- Mi hermana siempre ha Sido demasiado bondadosa, lo que la vuelve idiota.- Dijo él, negando con la cabeza.- pero bueno, te lo dejo a tí.

- ¿Cómo dices?

- Tardabas más de lo usual en volver así que fui a buscarte y las ví. Pero te lo advierto, no te atrevas a lastimarla.

- Claro...

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Huele a Obo...

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Besos.

Dame PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora