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T/N

Abrí los ojos con un fuerte dolor de cabeza, la luz de la mañana era molesta, pero el futón era muy suave.

Un momento...

Yo tenía una cama, no un futón.

Me levanté de golpe, sintiendo que toda mi cabeza daba vueltas con los flashbacks de la noche anterior, mierda casi la había besado.

Fuyumi estaba dormida en un futón junto al mío, envuelta en su cobija y con los lentes aún puestos. Creo que se nos pasaron las copas, sólo un poquito.

Nuestro tiempo de amistad había sido relativamente corto pero la verdad es que disfrutaba bastante su compañía.

Llegué a esta ciudad sin nada, apenas había terminado mis estudios de enfermería y conseguir empleo fue muy difícil pero me contrataron en el hospital, ya que la enfermera que atendía a Rei Todoroki iba a casarse y dejaría de trabajar.

Sus hijos iban a visitarla a menudo, sobretodo la mayor y rápidamente se convirtió en mi amor platónico tan linda y tan servicial, jamás había tenido contacto directo con ella, hasta ese día en la azotea.

Estar cerca de ella se estaba volviendo algo peligroso ya que en verdad me gustaba, pero tenía miedo de que las cosas salieran mal entre nosotras de algún modo, pues Touya iba a matarme si le hacía daño a su familia.

En parte fue gracias a él que obtuve mi trabajo.

Me lo encontré una noche, de vuelta a casa luego de una entrevista fallida más, él vigilaba a su madre desde antes de mi llegada, a lo lejos, se dio cuenta de que si él mantenía contacto directo con la enfermera a cargo tendría mayor acceso a la información, pero para no arriesgar su anonimato, tenía que ser alguien que le debiera algo y yo le debía la vida.

Esa noche casi muero por estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, pero ese extraño hombre con grapas en el rostro me salvó, a cambio de mi vida me ofreció un trato.

Me dijo que se aseguraría de que me contrataran en el hospital pero que yo debía mantenerlo informado de todo lo que sucediera en cuanto a su familia, yo sabía que no era una buena persona, no se esforzó en ocultarme que era un villano pero todo lo que quería era saber de su madre y hermanos. Acepté porque de negarme me habría matado, ya que era un secreto que estaba vivo y yo ya sabía demasiado, me prometió jamás pedirme nada que dañara a nadie y mi único trabajo con él sería ser su informante.

Mi paga es seguir respirando.

Por eso es que no puedo acercarme a Fuyumi más de la cuenta. ¿Qué haría ella si se entera de que su hermano mayor estaba vivo y yo había sido consciente de ello desde el principio? más aún, que mantenía contacto con él.

No me lo perdonaría y yo no soportaría que sus lindos ojos me miraran con desprecio.

Verla dormir era encantador.

Estaba hecha bolita y su pecho subía y bajaba ligeramente con cada respiración.

- Fuyumi ¿Puedo entrar?- Me sobresalté al escuchar la voz de alguien al otro lado de la puerta, sonaba muy madura para ser Natsuo, su hermano y me congelé, al otro lado de aquella puerta debía estar el mismísimo Endeavor.

Se suponía que volvería hasta la noche. Fue al hospital una vez, aunque no entró a ver a la señora Rei, me pregunto si me reconocería al verme, más aún, yo debería estar en el hospital ¿Qué hora era?

- ¿Mmmmmmh?- Fuyumi se despertó, tallando sus ojos por debajo de los lentes. Luego me miró y dirigió sus ojos a la puerta, dándose cuenta de la situación.

- Espera un poco, ahora salgo.- Dijo ella en tono perezoso

Susurré un agradecimiento y ella sólo Asintió, se acomodó la ropa y salió de la habitación.

Las paredes eran tradicionales de papel, así que pude escuchar todo lo que decían.

- Hola papá, no te esperaba tan temprano.

- Vine por un cambio de ropa.- explicó el hombre.- Quería preguntarte ¿Vino alguien anoche?

- Sí, una amiga cenó conmigo, está durmiendo justo ahora se le hizo muy tarde para volver a casa y bebió un poco así que no pudo conducir.

- Ya veo, entonces el auto de afuera es suyo.

- Así es.

- Me preocupe por nada, bueno, ten un buen día. Discúlpame con tu amiga si la desperté.

- Descuida, que te vaya bien.

Fuyumi volvió a entrar.

- tranquila, no muerde.- dijo ella con una sonrisa.- pero deberías alistarte, son las seis de la mañana ¿No entras al trabajo a las siete?

- diablos.- Me levanté.- Puedo tomar un baño rápido? Mi uniforme está en el hospital así que la ropa no me preocupa pero creo que debería bañarme.

- Claro, adelante.- Dijo ella, indicándome dónde se encontraba el ofuro.

Tonta, sólo a mí se me ocurría beber así sabiendo que tenía que trabajar al día siguiente.

Dame PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora