Capítulo 24

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Lucinda

- ¿Estás segura de que vas a estar bien? - preguntó Johan al otro lado de la línea.

- Relájate un poco, solo voy por un trago.- Contesté. Había salido de la isla a una de las ciudades portuarias para despejar ideas, solo dormiría en algún hotel por aquí y volvería en la mañana después de algunos tragos. No es algo que no hubiera hecho antes.

- Ten cuidado.- Me advirtió.

- Si, si, te veo mañana.- Dije rodando los ojos y entrando en el lugar, solo unos cuantos se voltearon a verme pero luego me ignoraron, me acerqué a la barra y pedí el mismo trago que me había dado Johan el día que lo conocí. El bartender asintió y se puso a prepararlo, normalmente lo veía hacerlo pero me distraje al ver los mensajes en mi teléfono.

Eran de Johan, diciendo que le llamara si sentía peligro. Sonreí y acepté.

Colocaron el trago frente a mi y lo tomé, sentí algo extraño al principio, pero lo ignoré, cada lugar lo preparaba diferente, el sabor podía variar algunas veces.

- Hola preciosa.- Un vampiro de aspecto descuidado se acercó demasiado.

Le apunté directamente con mi arma y él retrocedió.

- Alejate.- Ordené y él me llamó puta antes de irse.

Suspiré y seguí tomando, coloqué mis audífonos ignorando el mundo a mi alrededor y me concentré en la música y mi bebida. La mayoría de las veces se me daba de maravilla aislarme, aunque fuera en un lugar repleto de tipos peligrosos.

Comencé a notar que algo estaba mal cuando mi vista perdió el enfoque y sentí que perdía mi centro de gravedad, perdí la movilidad de mi mano derecha. Me pusé de pie con brusquedad quitándome los audífonos, lo mejor sería huir a un lugar relativamente seguro, me tambaleé fuera del lugar y traté de llamar a Johan, pero alguien tomó mi celular y lo estrelló lejos.

Era el mismo vampiro.

Le apunté de nuevo, pero mi mano temblaba severamente. Alguién me tomó por la cintura y percibí un olor rancio, parecían estar en el mismo equipo.

- La tengo.- Le dijo al otro.- Vamos a divertirnos.- Me arrastró a un callejón y aunque traté de luchar, ya no podía controlar mi cuerpo. Estaba acabada, ellos me estrellaron contra la pared del callejón y desgarraron mi ropa, sentí sus sucias manos recorrer mi piel...

Escuché dos disparos y los dos hombres que me atacaron cayeron al suelo y yo también, apenas y respiraba, agitada. Escuché pasos y fui tomada en brazos por alguien, su olor no me era familiar en absoluto, pero era como el olor de algún tipo de sustancia medicinal, era muy agradable. Era consciente, pero no podía moverme. Él llevaba una capa sobre su cabeza, por lo que no pude ver su rostro con claridad, solo alcancé un vistazo de colmillos grandes, pero no pude diferencia su raza.

- ¿Quién eres? - Le pregunté.

- Nadie.- Murmuró cargandome hacía un hotel en una zona aceptable, caminó directo a una habitación y me llevó sin decir más, al entrar me colocó en la cama y se alejó, solo podía girar mi cabeza para verlo moverse a una mesa con dos sillas cerca de la ventana y ajustar algunas cosas en su reloj, murmuró algo y luego me miró directamente, se quitó la capa que cubría su cabeza, pude ver su cabello negro con hebras rojas, sus ojos eran grises y violetas, se quitó la prenda y la puso encima de mi, cubriendome.

- ¿Cuál es tu nombre? - Insistí en preguntarle.

- Carel Schevert.- Contestó sacando un maletín de debajo de la cama. Sacó una jeringa y una aguja, se acercó a mí con un torniquete en su mano y algunos algodones mojados en un líquido azul.- Voy a sacarte sangre para analizar la toxina de la droga y crear un antídoto.- Explicó.- No tomará mucho tiempo.

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