Capítulo 64

118 14 5
                                    

Arista

Max fruncía el ceño al documento que lo dejaba a cargo de todo. Sonreí y puse una mano en su cabello.

- Felicidades, majestad.- Me reí y él se giró para fulminarme con la mirada.

- ¿Dónde está Kasdeya? - Preguntó.

- ¿Estás molesto? - Me alejé, pero no lo sentía así, no realmente.- Ella decidió remover el problema del duque Petrov del camino. ¿No crees que fue una decisión acertada para no seguir en un conflicto sin salida?

- Pero se fue con el problema.- Levantó una ceja hacia mí.- ¿Hay algo que debería saber?

- Creo que sentía algo por el duque.- Me encogí de hombros.- Al final, creo que ella merece algo de paz, por eso no me negué y Félix sigue siendo el heredero, solo tiene que terminar de aprender para ser coronado, será solo por un tiempo.

Max se recargó contra la silla, ya tenía suficiente carga laboral, pero la decisión ya estaba tomada. Él se sumió en sus pensamientos por un tiempo antes de hablar.

- Iré a Rusia.- Dijo.- Recuperaré a Carel y hablaré con Dasha Petrov.

- Entonces me quedaré.- Dije y Max asintió, tenía que ponerme al corriente con Félix para ayudar a Max lo más que podía y lidiar con el caos cuando los nobles se enteraran del cambio de reinado.

- Ten cuidado.- Dijo.

- Ya he sido reina.- Murmuré, en el tiempo que Max estuviera lejos yo tenía que hacerme cargo como si fuera él.- Solo tengo que actualizarme.

- Los vampiros son diferentes.- Tomó mi mano.- La corte de las hadas maneja peleas diplomáticas y esconden sus traiciones con una sonrisa, pero los vampiros no tienen tanta paciencia, abiertamente van a atacarte si algo no les parece.

- ¿Te preocupa? - Le pregunté.

Asintió.

- Seré cuidadosa.- Prometí.- Estaré bien, ya he tenido bastantes vacaciones.

Sonrió y se puso a revisar todos los documentos que Kasdeya había dejado con anotaciones. Se lo arrebaté.

- Lo haré yo.- Me fui a uno de los sillones y me acosté.- Mejor apresúrate a ir a Rusia.

- Bien.- Se puso de pie, se despidió y se marchó para prepararlo todo. Yo no tardé en buscar una pluma, una libreta y comenzar a programar todo lo que tenía que hacer.

Max se fue esa misma tarde y yo pasé los siguientes días sin dormir, el trabajo se multiplicó cuando se filtró la noticia de que Kasdeya se había ido y las reuniones con los nobles que no dejaban de hostigar fueron las que más me cansaron. Max tenía razón, los vampiros no ocultaban su malestar, eran groseros y una de las nobles me retó a duelo de solo saber que estaba a cargo en ausencia de Lucius, gané pero logró hacerme un corte profundo en el muslo y la pérdida de sangre me hacía sentir mareada y débil.

Este día también se repetía: trabajo, aguantar nobleza y más trabajo. Me tallé los ojos y traté de volver a concentrarme pero mi cuerpo se alertó al escuchar un suave sonido del viento. Levanté la cabeza y me encontré con los ojos de Abaddon. Me relajé y sonreí.

- Abaddon.- Dije.- Me asustaste.

"Lo siento, Arista" Se acercó y me saludó de manera cortés. "Mi padre me pidió que la acompañara, por precaución. Él no pudo venir"

Asentí, sabía que este tiempo Aryan siempre estaba hundido en el trabajo, no lo culpaba, pero aún así no quería utilizar el tiempo de Abaddon.

- No creo que sea necesario, Abaddon. Estoy segura de que tienes cosas más importantes que hacer.- Le dije.

DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora