Especial: En una jaula

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Iraide Schevert

Suspiré con la vista fija en cada una de las siete pulseras de propiedad en mi brazo derecho: dos de la familia Eckhart, dos de la familia Schevert, uno de los Markovic, otro de los Nox y uno de la familia Arscorth.

Era la pequeña muñeca de la nueva generación y me lo hacían saber controlando cada paso que daba, a este punto... quería huir. No es que no los amara a todos y agradeciera que me cuidaran, pero eran asfixiantes y los únicos considerados con mi libertad eran Carel y Lucian.

Tyran y Ciaran Eckhart eran los más difíciles de flanquear. Así que me resignaba a ser su muñeca sin voluntad, resistirse era impensable, terminaría rota. Debía moverme con inteligencia si quería encontrar mi propia felicidad o mi vida continuaría como hasta ahora: en una jaula.

Miré la carta de Dánae Rodriguez.

"...Mi hermano pidió un intercambió por mi mano en matrimonio, una Schevert por una Arscorth. Ambas sabemos que lo propuso porque sabía que Félix no accedería, pero me pareció oportuno conversar contigo porqué se rumorea que Nikolay Petrov está planeando meter sus manos en la corona de los vampiros, sólo que... como lo hará es desconocido, eres la única Schevert que es un punto vulnerable en tu familia, así como yo soy la única manera de llegar a acercarse al poder de mi hermano sobre los cambiantes. Presiento que alguna de las dos tendrá que convertirse en una Petrov si todo sigue el camino actual, solo que no estoy muy segura de que es peor en mi caso..."

Éramos una moneda de cambio, una debilidad para nuestras respectivas familias y una diana para aquellos que aspiraban al poder que nuestros escudos representaban. Éramos amadas pero... todo tenía un precio.

Si elegían el amor que nos tenían por encima de las alianzas, entonces alguien que no tenía consideración por ello les ganaría terreno y Nikolay era lo suficientemente inteligente como para tambalear el poder de varias familias con un solo movimiento. Bloquearlo era una prioridad.

Escribí una corta carta hacía Dánae, haríamos un intercambio. ¿Qué opinaría Sil Rodriguez si de repente descubre que su apuesta imposible se cumplía? Me reí pensando que sería fácil deshacerme de él una vez estuviera en su territorio, si podía ingeniárselas para ir en contra de siete inmortales, podía con un cambiante que era más músculo que cerebro.

Quemé la carta.

- ¿Qué estás haciendo, Iraide? - Ciaran tomó mi mano y me dio un beso en el dorso.

- Pensaba que las rosas rojas eran muy románticas.- Le sonreí y saqué una que había cortado está mañana y se la obsequie.- No podía pensar en nadie más a quién darle una que a ti.- Mis mejillas se tiñeron de la vergüenza que me daba decir tantas tonterias pero Ciaran Eckhart se enterneció y me abrazó. Mi corazón latía a toda velocidad por el nerviosismo que me provocaban mis próximos planes. Todo debía salir de acuerdo a la estrategia que comenzaba a formar mi cabeza.

***

Me encontré con Dánae en México, cerca del territorio de Sil Rodriguez.

Dánae Rodriguez tenía el cabello castaño ligeramente ondulado teñido artificialmente de azul en las puntas, ojos oscuros y piel ligeramente bronceada por el sol, sostenía algo en sus manos que trataba con suma concentración, recargada en su automóvil, un Jeep.

- ¿Qué es eso? - Pregunté.

- Es un dulce, se llama mazapán.- Dijo, todavía tratando de abrirlo con cuidado.- Estoy tratando de predecir abriendolo como terminará mi corazón después de que termine en tu familia.

Tomé el dulce en sus manos, lo dejé caer al suelo y lo pise.

- Así.- Le dije. Ella frunció el ceño y luego suspiró. Levantó el dulce y lo tiró en un bote de basura cercano.

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