Desde la mini sesión que tuvo con Carla, Andrea no volvió a saber nada de ella, ni tampoco deseaba hacerlo. Un presentimiento extraño la invasión, el sentimiento de que la mesera le estaba ocultando algo vital sobre Cecilia. Algo en su intuición le decía que no debía confiar más en ella. Entonces, decidió darle una oportunidad a Eva. Después de todo, fue la única que le había mostrado un mundo nuevo, un mundo lleno de fascinación y misterio, el mundo BDSM. Quería saber más, explorar más. Así que, con determinación, comenzó a buscar el papel donde Eva había anotado su número. Revolvió su cuarto, abrió todos los cajones, pasó por encima de libros, papeles, hasta las sábanas. Desesperada, buscaba frenéticamente, con la esperanza de encontrar ese pequeño trozo de papel que parecía haberse desvanecido en el aire. La ansiedad comenzaba a apoderarse de ella, cuando, de repente, un cuadro que colgaba en la cabecera de su cama se deslizó por la pared y cayó al suelo. El sonido del golpe rompió el silencio, y Andrea, sobresaltada, se agachó para recogerlo. Al hacerlo, sus dedos rozaron un pedazo de papel arrugado casi al pie de la cama. Lo miró con incredulidad, como si el destino finalmente fuera un favor. Lo levantó y lo desdobló, sintiendo el pulso acelerado en sus muñecas. Al verlo, una sonrisa de alivio y satisfacción se dibujó en su rostro: era el número que tanto había buscado.
Sin pensarlo más, y con la sensación de que todo sucedió en el momento exacto que debía, tomó el celular y marcó el número. Su corazón latía con fuerza, preguntándose si Eva aún la recordaría, si el tiempo no habría borrado esa conexión que había nacido en la mazmorra.
llamada saliente
— Hola, buenos días, dijo la voz al otro lado de la línea, suave, con un toque de calidez.
— Hola... ¿Eva?, preguntó Andrea, conteniendo la emoción en su voz, pero sin poder evitar que se asomara un suspiro de alivio.
—Sí, ella habla. ¿Con quién tengo el gusto? La respuesta de Eva llegó rápida, llena de una familiaridad que despertó una pequeña chispa en el pecho de Andrea.
—Soy Andrea, ¿te acuerdas de mí? La pregunta salió espontánea, como una invitación a revivir ese encuentro que ya había quedado marcado en su memoria.
—Claro que me acuerdo de ti. ¿Cómo olvidarme del Señor más femenino que conocí ese viernes en la mazmorra? Eva dejó escapar una risa suave, casi seductora, antes de continuar. ¿Dime para qué soy buena?
Andrea molesta para sí misma, sintiendo cómo la confianza se despertaba nuevamente dentro de ella. La decisión ya estaba tomada, y no había vuelta atrás.
— Me gustaría poder verte y hablar sobre ese tema que me estabas enseñando, dijo, dejando que sus palabras llevaran una sensación de expectativa en el aire.
Eva no tardó en responder, su voz ahora llena de un entusiasmo palpable.
— Así que por fin ya te decides. Me alegra mucho escuchar eso, Andrea. La satisfacción en su tono era inconfundible. ¿Puedes hoy?
Andrea apenas contenía su emoción, disfrutando del pequeño retazo de poder que sentía al tomar las riendas de la situación.
—Claro que puedo hoy, respondió Eva. Dime lugar y hora que me quieres ver.
Andrea pensó por un momento, ya imaginando el encuentro. Quería algo especial, pero sin complicarse demasiado.
—En una hora. Sobre el lugar, mejor dímelo tú.
Eva no dudó ni un segundo, la confianza en su voz era como una promesa.
— ¿Qué te parece en la cafetería que recién se abrió hace unas semanas? ¿Conoces el casco viejo del barrio Júpiter?

ESTÁS LEYENDO
HISTORIAS BDSM
General FictionGénero: Romance Erótico, BDSM Clasificación: +18 (Contenido explícito, lenguaje fuerte, temáticas de sumisión y dominio) ¿Hasta dónde llegarías por descubrirte a ti misma? En un mundo donde el placer se entrelaza con el dolor, Andrea explora los lím...