GUERRA DE CORAZONES - Príncipe Caspian X

Doce

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Sus brazos bronceados extendieron la espada frente a ella, y sonrió maliciosamente mientras la volteaba entre sus dedos, esquivando por poco un golpe que le lanzaron. Su cabello, que actualmente estaba atado en una cola de caballo, ahora un tono más claro debido a su constante presencia bajo el sol, azotaba su rostro mientras se lanzaba hacia la izquierda. Las armas chocaron una y otra vez, y pudo distinguir la pequeña multitud de miembros de la tripulación que se formaban a su alrededor para ver el duelo de la pareja. No es que esto le sorprendiera, considerando que sus peleas eran sin duda las más interesantes de ver debido a los comentarios que hacían a lo largo de la misma.

Definitivamente había mejorado en la lucha con espadas, eso era obvio. La rigidez que tenía cuando empezó fue reemplazada por rapidez, y ciertamente también se había vuelto más suave. También había mejorado en cubrirse mientras iba a la ofensiva: Caspian se había asegurado de que estuviera lo suficientemente entrenada antes de permitirle unirse a la tripulación, donde sería la única chica. El arma que tenía al alcance de la mano ahora formaba parte de ella, el mango se había moldeado con la forma de las yemas de sus dedos y se movía exactamente como ella pensaba. Estaba segura de que su padre no podía haber estado más que orgulloso, dondequiera que estuviera.

Pero por ahora, ella no iba a preocuparse por eso. Una de las cosas en las que no había mejorado era dejar que su mente divagara mientras peleaba, definitivamente no era uno de sus puntos fuertes, pero había aprendido a realizar múltiples tareas. Estar en un barco con un grupo de hombres sin células cerebrales le había enseñado eso. Obligó a su atención a regresar al duelo, su arma chocando con otra.

"Puede que sea baja, pero soy mortal".

"Lo bajo ni siquiera lo cubre", respondió ella, sonriendo antes de bloquear otro golpe.

"¡Te atraparé por eso!"

"Si pudieras alcanzarme, estoy seguro de que lo harías". La multitud se rió a carcajadas, justo cuando ella se agachó, y se rió por lo bajo una vez que la pequeña criatura se deslizó de la caja en la que estaba parado. "Acabas de saltar", dijo ella, respirando con dificultad. "¿Qué es eso? Treinta puntos para mí. ¡Yo gano!"

"No hay ningún punto en los duelos", le dijo Reep, aunque estaba sonriendo a través de sus bigotes. "Pero lo que sea que tu pequeño corazón desee".

"Eres de los que hablan poco", replicó Wren, deslizando su espada de nuevo en su cinturón.

Reep negó con la cabeza, antes de alejarse para subir a uno de los postes. El ceño de Wren se arrugó al escuchar salpicaduras repentinas y gritos desde el agua debajo de ellos, y con curiosidad giró la cabeza ante el sonido. Miró por el costado del bote y se detuvo cuando se dio cuenta de las dos caras familiares que agitaban los brazos en un intento de mantenerse a flote.

"¡Caspian!" Gritó, girando sobre sus talones para mirar a su rey, y él levantó la vista de su conversación con Hans. "Ven rápido."

Él le dirigió una mirada severa, incapaz de ocultar su sonrisa divertida. "Cariño, si esas sirenas te están deslumbrando otra vez, te dije que solo-"