EN ALGÚN LUGAR DE SU MENTE alguien susurraba su nombre.
El sonido era lejano y apenas perceptible, pero a medida que el pitido en sus oídos fue disminuyendo, se hizo más clara la voz que lo llamaba.
«¿Louis? Louis, despierta».
El solo intento de abrir los ojos le costó un esfuerzo sobrehumano. Sentía su cuerpo agarrotado y sin energías, como si un camión gigante lo hubiera arrollado una y otra vez. Algo tan pequeño como mover un dedo le costó una barbaridad.
«Louis, tienes que despertar».
Los párpados le pesaban, pero hizo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban y logró finalmente abrir los ojos. Los rayos del sol de la tarde lo dejaron cegado por un momento, pero luego de enfocar la vista, el rostro de su amigo Alan Vander apareció frente a él. Sus ojos café lo miraban con sorpresa; como si no esperara que hubiera despertado de verdad al final de todo.
-¿Alan? -Louis encontró su propia voz, chillona y extraña.
-Louis -El tono de voz de Alan se tornó más serio-. Despierta ya.
-¿Tú me salvaste? -Louis intentó tocar su rostro, pero sentía que su cuerpo estaba pegado a la grama.
-Eso no importa -respondió Alan con indicios de molestia-. Tienes que despertar.
-¡Ya estoy despierto! -vociferó Louis con impaciencia.
-No. No lo estás -Alan sacó un vaso de agua de la nada y se lo lanzó en la cara.
Entonces Louis despertó. De verdad.
Se incorporó rápidamente en la cama mientras sentía que el corazón se le iba a salir por la boca. Su rostro estaba mojado, pero no precisamente de sudor.
«¿Qué rayos?».
Se giró y tanto fue el susto al ver al chico parado a su lado, que terminó cayéndose aparatosamente de la cama. Unas manos se ofrecieron a levantarlo y Louis por educación, tuvo que aceptar la ayuda.
-Lo siento mucho, ¿estás bien? -le preguntó el chico con preocupación.
-Lo estaba hace un segundo cuando estaba durmiendo -gruñó Louis, secándose la cara con la camiseta y disponiéndose a acostarse de nuevo.
-Lo siento -volvió a disculparse el chico-. Pero necesito un favor.
-¿Qué tipo de favor puede querer alguien a las... ? -Miró el reloj de su teléfono-. ¡11 de la noche! Espera... mejor no me contestes.
-Por favor, por favor, por favor -suplicó el muchacho con su patética voz infantil.
-Darren... Ese es tu nombre, ¿verdad? -Louis se tapó con la cobija-. Me acabas de despertar con un vaso de agua fría y luego me haces caer de la cama. ¿Qué te hace pensar que voy a hacerte un favor? Vuelve a la cama o a lo que sea que estabas haciendo y déjame en paz.
-Necesito que me lleves a un lugar -respondió Darren como si no hubiera escuchado nada. Y por si fuera poco, encendió la linterna de su teléfono y lo alumbró.
-¡Apaga eso ya! -Louis se quitó la cobija de encima y se lanzó a quitarle el teléfono, pero Darren fue más rápido y lo esquivó.
-¿Vas a llevarme entonces?
Louis volvió a gruñir. Darren no debía ser mayor de 15 años, pero era lo suficientemente insistente como para querer lanzarlo por la ventana. De hecho, lo estaba considerando.
-Mira -se sentó en la cama-, tan solo llegué tu casa esta tarde, soy un completo desconocido para ti, y en tercer lugar, soy negro. Basado en eso, ¿qué te hace pensar que no te secuestraré y luego venderé tus órganos en el mercado negro?
-Bueno, no tienes la pinta de un secuestrador -Darren se encogió de hombros con desdén.
-¿Cómo lo sabes?
Darren alumbró su rostro como si fuera a contar una historia de terror.
-He leído suficientes novelas policiacas para saber que no tienes lo necesario.
Louis no supo si sentirse aliviado o molesto. Al final, se limitó a rodarle los ojos.
Darren no solo hablaba como un niño, también lucía como uno. Sus rasgos eran infantiles todavía: tenía la nariz pequeña, los ojos grandes y ambarinos y el cabello de un rubio claro. Vestía un estilizado traje con corbatín y zapatos de vestir a juego. Los lentes de montura metálica rayaban en lo exagerado y aparte, usaba frenillos. Eso último lo decía todo.
-Si te gusta leer, pues, lee mi cara -Puso expresión de hastío-. Dice: «aléjate de mí».
-¿Enserio quieres pasar tu primera noche en Woodfall de esta forma? ¿Durmiendo? -preguntó, visiblemente ofendido.
-Bueno, eso es lo que se supone que la gente hace de noche.
-¿Y si te digo que vamos a una fiesta? -Darren entornó los ojos y le sonrió con cierta malicia.
Louis estaba a punto de acostarse de nuevo pero aquello lo detuvo.
-¿Una fiesta? -Se acarició inconscientemente el mentón-. ¿De qué clase de fiesta estamos hablando?
-De la fiesta de cumpleaños de la chica más buena de mi instituto -Darren hizo un gesto altanero-. ¿Qué me dices?
-Mmh, tentador. Pero paso -Volvió a acotarse-. Supongo que eres muy pequeño como para tener un auto propio, y no es mi intención caminar de noche, así que... buenas noches.
-Nadie va a caminar -dijo Darren como si eso fuera una enfermedad-. Tengo las llaves del auto de un amigo -canturreó mientras las agitaba en el aire.
-Okey -Louis se volvió a levantar rápidamente-, eso es una muy muy mala idea -compuso una sonrisita-. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Mientras Louis conducía la Ford del amigo de Darren por las deshabitadas calles de Woodfall (lugar perfecto para grabar una película de fantasmas a esa hora), no pudo evitar pensar de nuevo en el sueño que había tenido. Más que sueño, era un recuerdo. Un recuerdo de la vez en la que el hacker (nombre en clave para Kevin Heights) casi lo ahogaba en la piscina de su propia casa y alguien lo rescataba al último momento.
Mientras más vueltas le daba al asunto, entendía menos quién pudo haberlo salvado esa tarde. Alan no pudo haber sido, estaba muerto. Sólo había sido una alucinación por toda el agua con cloro que había tragado. Y Garrett había llegado un momento después, así que todavía seguía sintiéndose confundido y agobiado por eso. Y soñar casi todas las noches el mismo sueño no lo ayudaba a sentirse más tranquilo.
Muy en lo profundo una parte de él seguía sin creer que realmente Alan estuviera muerto. Pero la parte razonadora no hacía sino gritarle que aceptara la realidad: su mejor amigo estaba muerto, y convencerse fervientemente de lo contrario no haría que volviera.
La voz de Darren lo hizo volver en sí.
-Gira a la derecha -Le indicó.
Louis obedeció y comenzó a subir una semi empinada carretera de asfalto. Llevó su mirada a la colina y casi se quedó sin aliento. Una súper mansión iluminada por faros se alzaba majestuosa en lo alto. No habían llegado a la cima todavía, pero Louis podía jurar que su casa ante aquella propiedad de un par de hectáreas, fácilmente podría ser considerada como basura.
-¿Estás seguro que esta es la dirección?
Darren levantó la mirada de su teléfono y respondió con una mueca de incomprensión.
-Sí. Te recuerdo que soy yo quien vive aquí.
-Eso lo sé, pero me dijiste que íbamos solo a una fiesta.
-Bueno -Darren se encogió de hombros-, esa es la fiesta -Señaló hacia la mansión que ya comenzaba a ser más visible.
De pronto Louis se sintió indigno en su jean y sus Jordan rojas.
«Debí empacar ropa más decente».
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PELIGRO EN WOODFALL
Teen FictionEn un intento por dejar atrás los traumáticos acontecimientos de la primavera anterior, Louis Lane es enviado por su padre a Woodfall, un pueblo boscoso a dos horas de Woodspring. Lo que no sabe Louis es que una chica perseguida por la tragedia, un...