UNA AGUDA PUNZADA EN LA CABEZA fue la bienvenida que recibió Séneca cuando abrió los ojos.
Por un momento no pudo hacer otra cosa que volverlos a cerrar y apretarlos mientras el mareo y la sensación de letargo se disipaban con parsimonia de su cuerpo.
Sin recuperarse del todo, sintió cómo unas cuerdas frías la aprisionaban de piernas y brazos contra una silla.
Enfocando la vista, encontró a su padre frente a ella. Seguía atado y amordazado, pero sus ojos no mostraron sino alivio cuando se percató que había recuperado el conocimiento. Sin embargo, al ver la bomba frente a ella en el escritorio, se dio cuenta que nada valía la pena si de igual forma todo acabaría en menos de quince minutos.
—3 am —dijo la inconfundible y diplomática voz de Ethan detrás de ella—. La hora del demonio.
—¡Vete al infierno, maldito! —gritó Séneca, expulsando las palabras de su interior como si le quemaran.
Ethan le sonrió, mostrando su dentadura blanca y alineada y le guiñó un ojo.
Su padre trató de decirle algo, pero solo se escucharon gruñidos y quejas. Su cuello estaba rojo, probablemente de la rabia, y de su ceja derecha bajaba con lentitud un hilito de sangre.
—Lo siento, suegrito, no entiendo lo que dice —dijo Ethan posándose sobre su hombro—. Pero espero que esté igual de emocionado que yo por esta pequeña reunión.
—Vuelve a tocar a mi padre y te juro que te arranco la mano, infeliz —gruñó Séneca, intentando librarse (en vano) de las cuerdas.
—¿Sabes, Seni? —Ethan comenzó a pasearse detrás de ambos como un león rugiente—. Aunque no lo creas, siempre te he admirado. Y no me refiero solo a tu exquisito cuerpo, sino a algo menos... banal. Tu capacidad de resilencia es conmovedora. Primero, pierdes a tu madre...
—Detente —exigió Séneca con todo el autocontrol que podía permitirse.
Ethan soltó una risita y continuó hablando.
—Refréscame la memoria. ¿Tenías 8 o 9 cuando murió? —preguntó, fingiendo estar pensando.
—Te juro que cuando salga de esto te voy a...
—Sin embargo lo superaste —comenzó a aplaudirle—. Aplausos por ello.
—No he superado nada, imbécil —respondió Séneca, percibiendo la familiar sensación de que estaba llegando a un punto en que no podría controlarse si llegara a soltarse de las cuerdas.
Sentía que las mejillas le ardían y que la sangre en sus venas fluía con más velocidad.
—Luego viene Liam —continuó él, tomando un portarretrato con la foto de su hermano de un mueble cercano y mostrándoselo—. Es una verdadera tragedia que hubiera desaparecido siendo tan joven y guapo, ¿no?
—Es enserio. Detente —bramó, con una voz que no estaba segura que fuera la suya—. No respondo por lo que pueda hacerte.
—A donde quiero llegar es que tú jamás perdiste la cabeza —dijo Ethan arrugando el rostro en una mueca más sombría. Una mueca de odio y resentimiento que le corroía todo su hermoso rostro. Era casi como si pensara que ella fuera la culpable de que...
—Espera —dijo, comenzando a juntar las piezas—, ¿todo esto es por tu madre? ¿A caso todo es por Eleine?
Hecho una furia, Ethan se abalanzó hacia ella y la tomó por el cuello. Sus pupilas claras parecían envenenadas de una locura cegadora.
—Ni se te ocurra volver a pronunciar su nombre —amenazó, mientras apretaba su mano.
En lugar de apartarle la mirada o agitarse, Séneca se obligó a sí misma a quedarse quieta y mirarlo fijamente. No iba a dejarse intimidar por ningún tipejo con traumas sin superar. El duelo de miradas duró solo un par de segundos antes de que Ethan la soltara bruscamente.
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PELIGRO EN WOODFALL
Teen FictionEn un intento por dejar atrás los traumáticos acontecimientos de la primavera anterior, Louis Lane es enviado por su padre a Woodfall, un pueblo boscoso a dos horas de Woodspring. Lo que no sabe Louis es que una chica perseguida por la tragedia, un...