SÉNECA LLEGÓ JUNTO A ETHAN al piso de arriba sin poder quitarse la angustiosa sensación de que dejar a Louis inconsciente en el piso de abajo había sido una mala idea.
Por un lado, era cierto que no lo conocía, pero por otro, y por muy ilógico que pareciera, sentía que había podido conocerlo en un segundo. Ya ni sabía lo sentía o pensaba.
Revisó la hora en su teléfono. 2:29 am. Probablemente el sueño la estaba haciendo desvariar. Después de la explosión se había manteniendo alerta y despierta gracias a la adrenalina, pero en ese momento se estaba viendo vencida por el sueño, el cansancio y la incertidumbre de saber cómo terminaría esa noche.
—Gracias por confiar en mi —dijo Ethan, apretando aún más su mano mientras caminaban con apuro por el pasillo. Ya casi llegaban al despacho principal de su padre—. Con la reputación que me precede, es agradable saber que todavía queda alguien que confíe en mí.
—Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado, Ethan —respondió Séneca con convicción.
Ethan se detuvo y se volvió a ella. Sus ojos estaban llorosos y de pronto el mentón le temblaba como si estuviera a punto de llorar. No había algo que la impresionara más que ver a un hombre llorar. No había algo más real, algo más genuino que verlo quitarse su coraza de masculinidad tóxica y mostrarse tan frágil y conmovido como lo estaba en ese momento.
—Después de que mi madre se fuera, eres lo mejor que he podido tener, Séneca —dijo con un hilo de voz, mientras pasaba su mano por su cabello.
—Siempre voy a lamentarlo, Ethan —le respondió ella, recordando el duro pasado de Ethan.
Había sucedido hace tan solo diez meses. Jamás olvidaría la expresión de Ethan al decirle que su madre había muerto por un repentino paro respiratorio. Jamás olvidaría su desconcierto y su tristeza. Su rabia y su dolor. Jamás la olvidaría porque esa expresión de derrota, era la misma expresión que tenía en ese momento.
—Prometo que estaré para ti para escucharte —dijo ella, secando sus lágrimas y arreglando su cabello—. Pero ahora debemos hacer esto antes de que las cosas se salgan de control un poco más.
Ethan asintió, recuperando la compostura y ambos continuaron su trayecto hasta llegar a la puerta del despacho de su padre.
Ethan empujó la pesada puerta y le hizo un ademán para que pasara.
—Las damas primero.
Mientras entraba, Séneca no pudo evitar sentirse confundida.
—Espera, ¿cómo sabías dónde estaba el despacho?
Sin responderle, Ethan tocó la pantalla de su teléfono y sorpresivamente las luces se encendieron. ¿Cómo podría controlar Ethan las luces de su casa?
—Creo que la pregunta es: ¿cómo es que puedes seguir confiando en mí?
Sin haber procesado del todo las palabras de Ethan, Séneca se volvió al frente para encontrar a su padre atado y amordazado a una silla. Frente a él, en el escritorio, el contador de una bomba indicaba que quedaban menos de veinte minutos para que detonara.
—Veinte minutos para morir, zorra —espetó Ethan.
De la nada, dos policías falsos aparecieron y la tomaron bruscamente por los brazos. Ella intentó zafarse, pero su esfuerzo comparado al de ellos, era irrisorio, por no decir que patético.
Cuando uno de ellos puso un trapo con un olor extraño sobre su cara, sus intentos de defensa fallidos se detuvieron.
—Dile buenas noches a papi —escuchó decir a Ethan antes de que los ojos se le cerraran involuntariamente.
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PELIGRO EN WOODFALL
Teen FictionEn un intento por dejar atrás los traumáticos acontecimientos de la primavera anterior, Louis Lane es enviado por su padre a Woodfall, un pueblo boscoso a dos horas de Woodspring. Lo que no sabe Louis es que una chica perseguida por la tragedia, un...