3. Hay policías falsos

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LA ONDA EXPANSIVA de la bomba hizo que Louis cayera hacia atrás, aterrizando sobre su propio brazo. Un dolor punzante se extendió rápidamente desde su hombro hasta su codo, sin poder hacer otra cosa que apretar los dientes para no gritar de dolor. El pecho le retumbaba frenéticamente como si el corazón le fuera a estallar en cualquier momento, y sintió un líquido tibio salir de su oreja.

El mundo se quedó en silencio por un momento. Pero un segundo después, todo volvio a ponerse en marcha de manera agresiva.

Gritos y humo.

Cuando pudo apoyarse de su antebrazo (el bueno), y el pitido ensordecedor en sus oídos fue disminuyendo poco a poco, observó medio atontado, cómo hombres uniformados entraban por donde hace un momento, estaba el muro de la entrada. Estaban armados y tenían los ojos tapados con gafas oscuras de esquiador.

A su lado, Séneca se incorporó con un gemido mientras se tanteaba la cabeza de cabello pelirrojo, entre las capas de tela de ese horroroso vestido. Sus ojos café se abrieron como platos cuando vio a los uniformados tomando la mansión.

-Es la policía de Woodfall -susurró con una mezcla de confusión y conmoción.

-¿Y qué se supone que sea esto? -preguntó Louis, masajeándose la cabeza-. ¿El show principal de tu fiesta de cumpleaños?

-Buen momento para ser gracioso, o al menos intentarlo, desconocido.

-Ibas a besar a este desconocido hace cinco segundos. ¿Acaso la explosión te afectó la cabeza, preciosa?

Como si hubiera hablado demasiado alto, uno de los uniformados se giró hacia ellos y se detuvo.

-¡Ahí está la hija! -gritó mientras la señalaba.

-Ay no -chilló ella, retrocediendo.

-No sé qué sea esto pero creo que este es el momento en el que corremos -Louis se incorporó por completo y ambos echaron a correr en dirección opuesta a los policías.

-¡Tras ellos! -gritó el uniformado.

-¿Así son todas las noches aquí en Woodfall? -preguntó Louis mientras rodeaban una esquina de la construcción y atravesaban la grama del patio lateral.

-¡Malditos tacones! -Se quejó Séneca, ignorándolo.

Louis miró hacia atrás y de pronto deseó no haberlo hecho.

Los uniformados se acercaban peligrosamente hacia ellos.

-¿Quieres que te cargue? -preguntó, sintiendo cómo le ardía el pecho por el esfuerzo de correr y hablar.

-En mi vida dejaría que hicieras tal cosa -Soltó Séneca.

-Lo digo para que no nos atrapen, no te creas tan importante.

-¡Vaya Romeo resultaste!

Atravesaron una caminería con setos pulcramente cortados a su derecha y llegaron a una puerta sobrepuesta de vidrio. La pelirroja se detuvo abruptamente y Louis casi se tropezó con ella. Séneca corrió la puerta lo justo para que ambos entraran y luego la cerró rápidamente detrás de ambos. Comenzó a toquetear los botones al lado de la puerta y esta emitió un pitido.

-Es cuestión de tiempo para que rompan el vidrio pero al menos nos dará unos segundos de ventaja -Le explicó.

Solo hasta ese momento Louis se dio cuenta que estaban en la espaciosa, metálica e iluminada cocina.

-¿Dónde está todo el mundo? -preguntó mientras miraba las bandejas con champiñones y frutos del mar a medio preparar.

-Debieron ponerse a salvo luego de la explosión -aventuró Séneca sin dejar de moverse.

PELIGRO EN WOODFALLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora