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:Changbin

—¿Donde estoy?— preguntó al aire mientras sentía que estaba apresado de todas las maneras posibles.

Atado a una cama matrimonial con todo su cuerpo sujeto a unas cadenas de metal que chirriaban con el más mínimo ruido.

—"Imposible"— masculló cuando miró hacia todos los lados que le permitiesen la cadena en el cuello.

Derrepente, una sombra se asomó por la puerta de la habitación, la cual lentamente se estaba abriendo.

Asustado, Changbin intentó cerrar sus ojos pero rápidamente la anterior sombra, se encargó de que los abriera haciendo fuerza en su cara.

Este hizo una mueca de sorna con sus labios y le habló.

—Mirame bien...— le susurró con una voz un tanto ronca.

El pelirrojo trató de enfocar al sujeto que le aterrorizaba pero sin esperarlo le dolió la cabeza fuertemente.

Una luz roja, una habitación. Los rayos del sol dando directamente a sus pupilas.

Y él.

—¿Felix?— titubeó mientras intentaba ver claramente.

—¡Bin!— exclamó el de pelo largo yendo inmediatamente a abrazarlo, aunque su cuerpo aún le dolía.

—¿Estas bien?— le preguntó el mayor sintiendo que cada vez le apretaba con más fuerza.

—Tuve mucho miedo... Sin ti.

—Tranquilo, todo está bien— le dedicó una mirada de consuelo.

Aunque la verdad, el quería auto dedicársela.

—¿Puedes desatarme Lixie?

—Claro claro— percató con los ojos abiertos y enseguida intentó deshacer los nudos, pero no lo consiguió. —Voy a intentar buscar algo con lo que poder quitarte esas cosas, ahora vuelvo.

El otro asintió aún un poco asustado e intentado calmarse, cuando Felix cerró la puerta, intentó relajarse cerrando los ojos.

El otro asintió aún un poco asustado e intentado calmarse, cuando Felix cerró la puerta, intentó relajarse cerrando los ojos

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En un par de minutos el otro volvió con unas tenazas con una sonrisa desconcertante.

Pero en ese momento, Changbin se percató de algo más.

—Felix, ¿No llevabas antes una camisa blanca?— tragó saliva mientras lo observaba acercarse.

—Si, pero no sé por qué ahora es negra— levantó los hombros agarrando con una mano la herramienta.

Cuando estuvo a milímetros de su amigo, este en vez de intentar quitar sus amarres, se abalanzó a él y lo apresó entre sus brazos.

—¿¡Que haces!?— gritó mientras intentaba deshacerse de él, pero por estar encadenado solo podía moverse débilmente.

—Shh...

Y de nuevo, aparecieron luces rojas, sumiendose en un intenso sueño.

... :)

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