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:Felix

—Dime, ¿Qué tiene él que no tenga yo?— dijo mientras comía uvas con una sonrisa perturbadora.

—Él tiene corazón y tu no, y yo... Lo amo, y no eres él, así que déjanos en paz.

—Sabes que no puedo dejarte solo Lixie, yo también te amo ¿lo sabías? Me duele que me digas eso pequeño...

—¡Mentiras, patrañas, ¡déjame en paz!— puso sus piernas en la silla y se hizo una bola mientras tapaba sus orejas para no escucharle.

—No te engañes, sabes que siempre te he querido, pero tú no haces más que intentar huir de mis cadenas, y yo no tengo más opción.

—Por favor, trae a mi Binnie, no quiero pensar en la atrocidades que le habrás hecho, necesito saber qué está bien...

—Tranquilo, el no está conmigo, si no con tu otro yo, pobre, seguro ya le has provocado mucho dolor, pensando en que irías a buscarle pero ni siquiera pudiste salir de un triste pasillo.

—¿Cómo?— el menor no hacía más que confundirse una y otra vez.

—Oh Felixie, eres tan inocente, pero tu cara demuestra todo lo contrario, ¿sabes? creo que podría servirme un plato ya aquí mismo.

Chasqueó y ya tenía un plato enfrente de él.

—Ahora si que puedo comer una agradable cena— sin que el otro pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él y estuvo a milímetros de su cara cuando el pelinegro soltó un grito del susto.

El de ropas negras rió a carcajadas por su reacción.

—Pero mira que pequeño eres, ey, no puedo comerte si eres tan así, fíjate, hasta me daría pena... O de momento por ahora.

Felix no habló, quedándose por el susto sin respiración.

—Oye, ya que veo que estás aburrido con mi charla, ¿quieres ver a tu querido amigo? Aunque bueno, ya te digo que yo tengo más gracia.

El otro negó rotundamente pero inevitablemente su cabeza empezó a manifestarse con imágenes de su querido Changbin.

Él estaba en el mismo lugar, sentado en la silla mientras tenía a él mismo tocando su cabello. Se veía algo dañado físicamente y mentalmente, su cara no tenía realmente reacción alguna pero sus puños estaban apretados. En ese mismo momento, el pelirrojo agachó su mirada y parecía estar sufriendo, unas luces rojas aparecieron en toda la sala y cuando volvió al ambiente anterior, ya no estaban.

—¡No! ¡Déjalo!— gritó y las imágenes desaparecieron.

—¿Has visto lo que le has provocado al pobre Changbin?— abultó sus labios y le miró con decepción.

—Yo no he sido, yo solo quiero verlo y salir de aquí juntos de esta pesadilla...

—¿Realmente quieres eso? Está bien, ahora mismo os veréis— rió y después murmuró. —prepárate pequeño.

Luces, luces y más luces rojas, otra vez lo mismo

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